domingo, 15 de abril de 2007

Viaje.

Días de oscuridad
y de mentira
en el viento
que azota las alas
de la memoria.

(Ana María Navales)


Entre sesión y sesión paseas frente al número cinco de la calle de Lille, pensando, tirando del ovillo interior. A veces se enreda, se llena de nudos. A veces corre por el pasillo, libre. Le das vueltas y vueltas sobre la mano izquierda y con orgullo enseñas a E. esa esfera de lana apretada. Vuelves, te sientas frente a la urdimbre y continúas tejiendo. Mi recuerdo se ha ido diluyendo en tu cabeza. Apenas puedes concretar mi rostro, se pierde, se evapora sobre las largas alamedas parisinas, después asciende trazo a trazo sobre los parques. Y sin embargo, estoy ahí, en un hueco de tu cabeza, encogido, en cuclillas, mirándote. Como en el cuadro de Magritte, un pañuelo gris cubre nuestras cabezas que apenas se rozan. Parece que estuviéramos entre la niebla, irreales. Queremos tocarnos pero esa leve tejido que nos roza el rostro nos desorienta, abrazamos el aire. Buscamos un cuarto de hotel donde estar tranquilos. Hace frío. La habitación es sombría, húmeda. El pañuelo gris sigue cubriéndonos. Juntamos las mejillas detrás de la tela. Con los dedos tanteamos nuestras frentes. Apenas comprendemos que nos ocurre. Nos tendemos sobre la cama, sin hablar, sin mirarnos, vestidos, tímidos, apocados. Si alguien nos viera desde el techo pensaría que somos dos náufragos en el centro de la ciudad. Juntamos las manos aún sin mirarnos. Tú dices -hola, ¿quién eres?-. Y no reconozco tu voz. Contesto -no lo sé, pero quiero amarte-. Nos miramos, incorporándonos, esbozamos un abrazo, temerosos. No sé si estamos viviendo este momento o es un capítulo del libro que leí anoche, tú y yo somos tan literarios, vivimos dentro de una historia cinematográfica. Nos quitamos la ropa y nos metemos bajo las sábanas. Delicadamente nos despojamos del pañuelo sobre nuestras cabezas. No tenemos rostro. No nos conocemos. Estamos desnudos, abrazados. Nos decimos palabras sencillas, dulces frases de enamorados. Nos besamos. Sin prisas nos recorremos, brazos y piernas, nos acoplamos, tu espalda en mi pecho. Ya no tenemos frío. Hemos apagado la luz. Bajas la voz y al oído me susurras que te espere. Escucho detrás de la puerta, un hilo líquido sobre la porcelana. Vuelves y continuamos besándonos, intercambiando confidencias. Meto la cabeza entre tus pechos breves y te siento el corazón, rápido, agitado. Fuera ha caído la tarde. Poco a poco nos quedamos dormidos, enlazados, abandonados. Me despierto, muevo el brazo sobre la almohada, buscándote. No estás. Y vestirme, recorrer los pasillos solitarios y oscuros del hotel, salir a las calles silenciosas, desiertas. No sé dónde estoy, no conozco esta ciudad, no sé con quién he estado. Me confundo en la noche.



18 comments :

Anónimo dijo...

Un viaje de mil millas empieza con un paso.
Siempre me ha gustado esa ilustración...
un abrazo.

Pedro dijo...

itoitz, sí, fíjate en Basurko, muchos pasos no ha dado, pero como navega el tío (que empezó saliendo de aquí mismo y está a punto de terminar la vuelta al mundo). Un ejemplo.
Esa ilustración es otra (por demasiado conocida he puesto esta. El texto lo pedía)
un abrazo.

Anónimo dijo...

Sabes que no hay extraños en esos cuerpos es lo que deseamos lo que extrañamos, es lo que andamos buscando. Pero no nos deja ausentes, nos deja el rastro de una piel que seguiremos...que sabemos que está cerca...y volverá....

Luz G dijo...

cuéntame por qué amar a una extraña...no lo entiendo.

Luz G dijo...

igual la pregunta es ¿es lo mismo amar que desear?

Pedro M. Martínez dijo...

Scheherazade, quería dejarte una contestación, me he releído y la he encontrado cínica. Empiezo de nuevo.
Siguiendo el rastro de una piel me encontré con una energía justo debajo de la epidermis y ahí sigo, buscando eso que está cerca y que no sé si volverá, de hecho no sé si se ha ido... o si alguna vez vino. En fin, un lío. La vida. Un beso de domingo.

Pedro M. Martínez dijo...

25palabras, por varias razones. 1. por necesidad. 2. porque las conocidas... ya. 3. porque eso de encontrarse en un cuarto de hotel en París tiene –como poco- muchísimo morbo, pensarlo me causa una gran excitación, ese número de esa calle tiene un significado (claro. Premio para quién lo acierte. Es sencillo).4. Porque pasados los primeros tres minutos ya no somos extraños. 5. Porque a veces quién más conoces es un gran desconocido. Y así hasta mil

Pedro M. Martínez dijo...

Mi querida 25palabras, dejando aparte que esto no es un consultorio sentimental, ni siquiera el oráculo de Delfos, ni mucho menos, esto lo escribe un caballero con no demasiados conocimientos de otras herramientas que no sean aquellas con las que construir otra cosa que apañados textos (espera que respiro), te diré que no, no es lo mismo.
Pero esas respuestas, querida niña, esas son ya otra historia (que te contestarán aquí –seguro- sesudas expertas y expertos en la materia). Yo no lo soy (por mi temprana edad, mas que nada). Besos.

Anónimo dijo...

Me gustan los cuentos de enmascarados, esa cotidiana tragedia que nadie piensa ni entiende. Que el pañuelo se cae pocas veces. Y luego queda la cara y la lengua para traducir lo que hay dentro, y esa (la cara) no no la podemos quitar.
Besos Pedrito, que por fin esto me deja comentar. Tu blog no me quiere, malo.

M dijo...

Glup----que control, Ana Maria Navales y su Turia....¡¡¡

Mas desconcertada por el conocimiento que por la fantasia de seducción con desconocida...

Tiene su punto de morbo Paris, Magritte, y por supuesto, ese pañuelo gris...


Un hombre sin fantasia ni ama ni es buen amante...

Pedro M. Martínez dijo...

Ceshire, estaba preocupado por tu silencio. Vale, hola.
Mi blog no te querrá, pero yo sí, mucho, desde hace tiempo.
Los cuentos de enmascarados tiene su gracia, incluso conozco cuentos de no enmascarados (menos).
Cierto, la cara (en tu caso tan bella) no nos la podemos quitar.
Besos, reina.

Pedro M. Martínez dijo...

Ofelia, ¿mande?, perdona mi ignorancia sobre Ana Maria Navales y su Turia.
Lo del morbo, París, etc, sí, lo tiene, pero en Cuenca (un suponer), lo mismo, depende de los enmascarados.
Lo de los hombres con fantasía, que aman y son buenos amantes se lo dirás a todos.

Loredana Braghetto dijo...

ehmmm...

no te preocupes.

entendí lo del pájaro,

evidente.

Pedro M. Martínez dijo...

Loredana, lo sabía.

Diana L. Caffaratti dijo...

Al leer, me parció estar frente a una buena película francesa.

Pedro M. Martínez dijo...

Diana, François Truffaut me quiso comprar el guión (pero no lo comentes).
Saludos agradecidos.

mirada dijo...

No sé que decirte mi querido Glup, es que me gusta leerte, y me das tanto placer, es muy facil con tus palabras, en seguida la imagen se hace nítida, y ya no sólo la imagen, sino que también las sensaciones y las emociones se mastican, se empapan, se huelen...
Es un placer leerte. Mil besitos, guapo.

Pedro M. Martínez dijo...

Mirada, me lees con cariño. Muchas gracias.
Y cambia el diminutivo por aumentativo.

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