domingo, 15 de julio de 2007

Cuento sobre unos hombros hechiceros.

Cosas de poetas, él envió un poema sobre el miedo del minotauro, ella se lo corrigió, él se enfadó, ella se sorprendió, se enemistaron, se escribieron, se reconciliaron, se interesaron, causalidad, por motivos de trabajo coincidieron en una misma ciudad y se citaron. En aquel primer encuentro la sorpresa fue que ella era tan dulce como un pastel de melocotones, tan limpia como el viento que acaricia el algo y tan insoportablemente joven que él, tan de vuelta, tan herido por los días, tan alborotado, tan viejo, se asustó y tuvo miedo de contaminarla con su escepticismo, con su figura cansada. Ninguno de los dos contaba con el milagro, pero sobre ellos volaban duendes, tres hadas, las hechiceras del relato rojo, un mago desocupado, el equilibrista de los sueños y todos ellos colaboraron en una amistad que empezó justo en el instante de verse, de mirarse al fondo de los ojos. Fue un hermoso momento, ella tenía la cabeza en una nube y ocupada en contar historias de habitantes de otro planeta no se percató que él había guardado su aprensión en un bolsillo, se había quitado el disfraz y sus manos abiertas estaban dispuestas a dar y recibir sin ninguna condición.

Aquella amistad creció y creció regada por cariñosas cartas, alimentada por las confidencias que intercambiaban, nutrida por sinceros consejos sobre como combatir la tristeza, la melancolía, el miedo, la soledad. Alguna vez hablaron de temas diferentes y notaron que entre una mujer y un hombre, a veces, se producen miradas de altas temperaturas, con ojos diferentes, rozando la piel de la amistad, arañando el deber con otros, con ellos mismos, con sus promesas, con sus sentimientos más profundos. Se sintieron confundidos pero tiempo después, en el siguiente encuentro, frente a un café, dejaron claro que sus obligaciones estaban por encima de otras consideraciones.

Y así siguieron escribiéndose, viéndose cuando sus ocupaciones se lo permitían, cuando coincidían en aquella ciudad, en otra. Su amistad era hermosa como en un cuento escrito por un visionario, los dos se querían como afortunados moradores de un mundo mágico. Aquella tarde de primavera hacía mucho calor, demasiado, se citaron en un centro comercial de las afueras, entre compradores compulsivos, paseantes desocupados y madres acunando a niños llorones. Mientras sorbían un refresco hablaron de esto y aquello, contentos, consolándose mutuamente de los pequeños disgustos en el trabajo, contándose con alegría //sus hombros, oh, sus hombros, no puedo soportar que suba y baje su blusa en ese gesto nervioso, quiero perderme en el hueco mullido de sus hombros, quiero conocer a qué saben esos labios que humedece con la punta de la lengua sin darse cuenta que la miro como un hombre nuevo, trasformado por esa limpia sonrisa de mujer, anonadado por sus palabras que me atrapan y me impulsan a abrazarla dulcemente, a apagar la luz del mundo y que todo desaparezca excepto ella y yo, a besar su cuello mientras acaricio su cintura bajo esa blusa blanca, móvil como mi deseo oprimiéndome las sienes, disturbándome, empujando mis manos ávidas sobre el borde su pantalón, sobre esa carne tibia y secreta, sentir en mis uñas el interior de su ropa, en las yemas de los dedos su piel con sudor, húmeda// sus sueños, sus proyectos para el verano, los viajes intensos. Fue una tarde agradable y al despedirse ella le invitó a acompañarla hasta el aparcamiento subterráneo, su coche estaba algo alejado y no le agradaba la oscuridad; caminaban sin tocarse, riendo //tus hombros, oh, tus hombros, quitarte esa blusa blanca muy despacio, con tanta lentitud que sientas que te quema el deseo de mis brazos, soltar los botones de tu pantalón, uno a uno, morosamente, mientras te acaricio con tanta dulzura que solo esperas que te lo quite ya, pronto, y te quedas así, con tus brazos cruzados, protegiendo tu desnudez, anhelante, beso tu espalda y bajo los tirantes, golosos, mis labios buscan tus pechos, los acarician, los lamen, los disfrutan mientras mis manos bajan por las caderas hasta encontrarse con ..., no, no, dices, pero tu cuerpo dice sí, si, y nos besamos con tanta pasión que temo hacerte daño en ese abrazo ceñido, tan tierno pero tan intenso, deslizo mis manos por las piernas, por tus muslos y con ellas baja el último reducto de tu ropa, también yo me desnudo, apresuradamente, mientras me miras sin saber bien qué es esto que estamos haciendo, a qué locura obedece, pero no hay tiempo y nos acercamos uno al otro, desnudos, temblando de deseo// haciendo planes para la próxima vez. Luego se besaron en la mejilla, tímidos, prometiéndose una próxima cita, pronto. Ella fue a la estación de tren, él fue al aeropuerto .


(Y este cuentito, tan inofensivo, tan blando, tan blanco, provocó una era de silencio de la que todavía no hemos salido. Qué cosas)


14 comments :

Arthur dijo...

Ay ay, que post tan imaginativo, de pronto una amistad su vuelve amor. Y además hacerlo en un estacionamiento (aparcamiento), y no temieron a ser descubiertos? Ay Dios!

Saludotes y abrazotes

Sweet Dreams, de todo Corazón:
Arthur

P.S. Siempre primero

Gusthav dijo...

Uy uy uy, haciendo travesurillas en un aparcamiento? que emoción. Parece todo un proceso donde una amistad de años se vuelve amor. Por un lado está bien porque es amor, pero por el otro si ya eran amigos desde hace años, porqué no seguir así, quizá el amor no funcione y hasta acaben por matar también la amistad que tenían.

Saludos y abrazos

Nice Day, con toda mi Alma:
Gusthav

Margot dijo...

Siempre hay una línea frágil entre las cosas y es un pacto saltarsélas o no... claro que llega un momento en el que todo se diluye y es difícil hacerlo a la par.

Qué cosas!

Ummm pero lo del garaje mola!! jajajaja. Ey, será la caló y tus descripciones... jeje.

Que besote de domingo endomingado. Buen día, señor bichero!

Audrey dijo...

Umm...pasaba a dejar beso..ando hoy un poco supercial de más para tanta prifundidad en el aparcamiento...muaa

fgiucich dijo...

Un cuento donde la realidad supera a la ficción. Abrazos.

Valeria Elías dijo...

sshhh no le digas a nadie, pero aunque no comentaba pasaba y te leía jejeje shhhhh, entro nos, sep? besos

Pedro M. Martínez dijo...

Arthur, de pronto una amistad se vuelve pura atracción (solo en la mente de él). En la mente de él a veces pasan esas cosas. Una pena ya que la amistad es muy bella (y ella).
Ja. Abrazos

Pedro M. Martínez dijo...

Gusthav, solo con la imaginación. Escribir es imaginar.
De todas formas “hacer travesurillas” en un aparcamiento debe ser excitante (según con quién las hagas)
Saludos

Pedro M. Martínez dijo...

Margot, eso. Que te llevo. Y bajas al parking. Y está medio oscuro. Y esos hombros. Y la caló, claro. Por dentro. Y que la cabeza da vueltas.
Pero, en este cuento ¿qué pensaría ella? (ya me gustaría saberlo)

Pedro M. Martínez dijo...

Audrey beso recibido. No importa que sea superficial. Estaba muy bien construido. ¿te vienes al aparcamiento?(hoy no traje coche). jajajajja

Pedro M. Martínez dijo...

Que no, fgiucich, es solo un cuento.
La amistad está por encima de unos hombros, aunque sean hechiceros…
Aunque uno no es de piedra…
¿Y una?
¿Le ocurriría lo mismo?
(Tengo unos hombros preciosos)
Jajajajaja.
Abrazos.

Pedro M. Martínez dijo...

Amada Inmortal ya, ya lo sé, te veo, tímida, asomándote.
Pasa, pasa, no te quedes en la puerta.
Besos.

Unknown dijo...

jajajaaja!!! Tu sabes que te admiro profundamente Pedro, perdón Glup pero admiro mas a Pedro, que quieres?? jajaja!!

El gusto comienza por la identificación con el otro y este relato es totalmente vivo...


Te pienso Glup (te lo digo para que no te enceles de Pedro) jajaja!!

Abrazos intensos

Pedro M. Martínez dijo...

Piel, sí, este relato es totalmente vivo, no lo sabes tú bien.
Y a la vez causó la muerte de otra historia (así, como te lo digo).
Feliz por tu regreso, doble mamá. Enhorabuena.
Muchos besos a ti a esa niña. Y a Uri, claro.

Mi foto
Bilbao, Euskadi
pedromg@gmail.com

Creative Commons License Page copy protected against web site content infringement by Copyscape ecoestadistica.com site statistics

Vistas de página en total

Lo que hay.(Desde 08.02.07)

Se quedaron

Así vamos

Aquí desde 08.02.2007

(Antes en Blogia desde 07.2004)

(Y mucho antes en "La tertulia en Mizar")

6.800 entradas