jueves, 19 de julio de 2007

Miedo en Donosti.


Nos conocimos en Donosti, en un festival. A los dos nos gustaba el jazz. Le hablé de Ann “Honey” Lantrey de Honeycombs y le sorprendí. Ella tocaba la batería. Yo le tocaba a ella. Mejor dicho, ambos nos tocábamos, en los portales de la parte vieja, en las escaleras del puerto, en el paseo nuevo. Sus brazos eran musculosos, redondos, apetecibles, aptos para todos los pulsos. Comimos pintxos en el Martínez, tomamos zuritos en cada bar, nos besamos en cada bocacalle, buscamos una pensión donde equilibrar nuestra pasión jazzistica y la otra. O al revés. Me habló de su marido, camionero en ruta por Alemania, de su amante, el saxofonista de su grupo, de sus recuerdos del pueblo, en Cádiz, de sus sueños de escenario. Yo, que era un pardillo -aún lo soy-, apenas le hablé de nada, asustado de haber conocido una mujer así, de compartir aquellas horas lejos de mi cuadrilla, de advertir que cada uno de sus pasos era un retroceso de los míos, del contraste con las mujeres-niña que hasta entonces había tratado, tratando de mantener el tipo con mis conocimientos de música, con mi sonrisa desenvuelta. Pero nos mirábamos y me sentía sumergido en una humeante tina que dejaba mi cuerpo ingrávido, excitada la espalda por ondulaciones tan suaves que la nuca se me derretía en lentas gotas de lo que antes se llamaba pasión y ahora intensa atracción por los ojos a pocos centímetros, por el roce casual de los dedos, por la evocación de espirituales caricias sin límite, no las de antes no, no había espacio para la añoranza, caricias nuevas resbalando por la piel interna de sus muslos, delicia del silencio de miradas, rumores del patio guipuzcoano, Chet Baker y el hígado estallando, los pulmones encharcados, las fosas nasales blancas de polvo blanco, basta. Todo fue bien hasta que ella me desnudó el corazón, demasiada intensidad, demasiada verdad. Me dijo que quería empezar una nueva vida, que actuaban la semana próxima en una sala de Madrid, que la acompañase, que había visto en mi un hombre diferente, sensible. Y ahí me acobardé, sí, totalmente, lo reconozco, en el siguiente bar nos encontramos con mis amigos que cantaban y alborotaban, inmersos en su fiesta. Ella entró al servicio y...eché a correr, entre las callejuelas y la gente, corrí en una huida de mi mismo, con todo el miedo de mi inmadurez. Cuando llegué a Gros me detuve y las venas del cuello parecía que iban a reventar. Entré en una cafetería y Cristina estaba sentada junto a la barra. Desde la espalda le susurré “¿Conoces a Ann “Honey” Lantrey de Honeycombs?” y su sonrisa me indicó que aquella noche iba a ser diferente. Un perro de amargura seguía mordiéndome el corazón.




18 comments :

Arthur dijo...

Pasa que siempre que querés algo, y ya por fin lo vas a conseguir, se siente una sensación como de miedo, pero después de eso, la dicha es eterna.

Saludotes, abrazotes

Sweet Dreams, de todo Corazón:
Arthur (yo soy primero)

Margot dijo...

Huir no está bien, claro, tu prota era un cobarde, pero quedarse sin ganas, o con miedo, es áun peor.

Y el término medio de : mira, chati, mejor no? (ya, mejor que cuando se rompa la imagen no nos pille cerca)

Claro que yo me hubiera ido al cuarto de baño, de joven se hace cada tontería... jeje.

Besote, deje de escribir tan bien, señor mío, luego sueño con libros encuadernados en rústica.

Gusthav dijo...

Uy, hubiera sido una noche increíble, pero huyó con Cristina y no se quedó con Ann, que mal. Si las noches son perfectas para la music.

Saludos y abrazos

Nice Day, con toda mi Alma:
Gusthav

Anónimo dijo...

Esa historia se está sucediendo en todas partes, hombres que susurran claves musicales, mujeres que estremecen con sus brazos torneados o sus piernas de madreselva, o sus labios purpúreos en los bordes de los bares.
Luego, caminan despacio en el estremecimiento, toman sus manos, beben sus bocas, concurren sus piernas entre corcheas que se tienden al vientre de la llave de sol, dulces colegialas a la seducción del maestro.
Al final y al principio siempre está el Jazz, sensaciones infinitas que varían una, dos, tres... aleaciones de percusión, cuerdas y viento que seducen el oído de los amantes, que llenan de color las pupilas, de lágrimas las mejillas, de silencio pausado los corazones, que preparan, siempre la despedida.
La huída súbita del amante, qué delicia de viento recorre la cara del que va corriendo, sin sentido, sabe de dónde parte, no a dónde va... al final, el eterno retorno lo alcanzará y siempre buscará a esa ella que sabía las melodías de su cuerpo y las tarareaba en la ducha.

Pedro M. Martínez dijo...

No hay dicha eterna Arthur, lamento tener que decírtelo así, tan tajante, tan crudo, tan serio. No hay nada eterno, y menos la dicha.
Aunque no seré yo quién quiera convencerte de ello.
Te abrazo.

Pedro M. Martínez dijo...

Margot, ¿nunca has sentido miedo? Digo miedo. Auténtico, el que te paraliza, el que te deja temblando, incapaz, otro.
Son historias cortas que entiende quién ha vivido cosas así.
Parece que me estoy justificando, coño.
Vivir es vivir, escribir es otra cosa.
Yo qué sé.
Madrugo demasiado
Es igual, mi beso es así de cálido (sin miedo)

Pedro M. Martínez dijo...

Las noches son perfectas para tantas cosas Gusthav, para tantas…
El protagonista se asustó, demasiado toro para poco novillero.
Ocurre a veces.
Abrazos.

Pedro M. Martínez dijo...

Inmarcesible, tu voz ahoga mi voz, se abraza con ella, la estrangula. Tu voz me seduce, me hipnotiza, deja mi mirada fija en tus movimientos lentos, a mi alrededor. Te leo y acaricio cada letra, silbo para saber que estoy despierto, cada palabra es de terciopelo, cada sílaba estalla en mi lengua, mastico cada letra. Veo y leo y sé que lees, sé que entiendes, abres puertas y las cierras, y ventanas, ando de un piso a otro buscando tu silueta, al dar un recodo se pierde tu sombra, sombra entre sombras, te veo y no te veo, nos leemos y esta mañana es aún más bella, con el cielo nublado, pero con todos los arco iris ahí, agazapados, esperando soles y lluvias a lo lejos.
Has entendido bien mi cuento de hoy. Te lo agradezco.
Deja que bese tus dedos.

Margot dijo...

Corasao, tengo un diploma al "más miedo" y una mención de honor al "miedo que te cagas por las patas" por no hablar del Master "yo y el miedo"... pero esto es literatura y fíjate que ahí se me olvidan hasta los títulos... Tú mismo lo dices, escribir es otra cosa.

Me acabo de levantar, me pillas sin defensas, será eso... ays.

Besote desperezándome!! y a ti te beso sin temor y con el calorcito que entra por la ventana

Pedro M. Martínez dijo...

Margot, dejémonos de zarandajas, lo último tuyo es muy, muy, muy bueno (3 muy). Doña, es usted una señora escritora (aunque muerda los lápices). Olé tu sentido de la perspectiva. Y beso tus puntos ciegos.

Anónimo dijo...

Magistral la acción, el ritmo y ese desenlace...De los que le gustaría a Italo Calvino. Formalmente impecable, imaginas un desarrollo previsible y sorprendes dos veces en cuatro lineas.

fgiucich dijo...

Fue un instante y fue la vida; no fue nada y lo fue todo. Excelente. Abrazos.

Pedro M. Martínez dijo...

Scheherazade, pues vaya, gracias, no me digas estas cosas que me las creo. ¿Es una historia real? Creo que no (tocaba el saxo) Besos

Pedro M. Martínez dijo...

fgiucich, es lo que tiene, que la vida se va en estos dimes y diretes. Y muuuuy rápido. Abrazos.

Anónimo dijo...

Esos "miedos"...¿No son histeria?

Pedro M. Martínez dijo...

Puede ser Cecilia.
Un hombre histérico.
¿Tú crees?

Anónimo dijo...

La histeria, es típicamente femenina, los estudios de Freud así lo señalan ...pero creo que esa sensación de resguardarse de sensaciones extremadamente placenteras con el otro, no es miedo...no creo que el temor a pulsiones de dicha, puedan más que la dicha misma, dure lo que dure.

Y, lamentablemente, creo que los hombres se mimetizaron con lo peor de nosotras.

En fin...

))Además, es hasta posible que Cristina sufra las mismas consecuencias
...y así reiteradamente((

¿¡Que pase la que sigue!?

(Historias pre-inconclusas)

A posteriori,
Cecilia

Pedro M. Martínez dijo...

Cecilia, no pretendo otra cosa que escribir, disfrutarlo y a veces compartirlo.
Nada más lejos de mi intención que llevar la contraria a quién tiene la amabilidad de leerme. Sobre todo esta mañana de domingo, tan plácida, con el cielo azul y una larga jornada para el disfrute.
Es por eso que agradezco mucho tu comentario y me preparo para mi paseo pre-camino.
Besos.

Mi foto
Bilbao, Euskadi
pedromg@gmail.com

Creative Commons License Page copy protected against web site content infringement by Copyscape ecoestadistica.com site statistics

Vistas de página en total

Lo que hay.(Desde 08.02.07)

Se quedaron

Así vamos

Aquí desde 08.02.2007

(Antes en Blogia desde 07.2004)

(Y mucho antes en "La tertulia en Mizar")

6.756 entradas