A jazz jam session takes place at photographer Gjon Mili's studio loft in New York City, 1943.


lunes, 3 de septiembre de 2007

Wir sind das volk.

(Para Guadalupe)

Eso, somos un pueblo, tú y yo, que ahora todo lo escrito no sirve para nada, que entre tantas voces y miradas sólo una, la tuya, la de de agua. Zumban recuerdos en Ribadiso da Baixo, hay hogueras de flores y metáforas, hay olores de brezo y mi nariz se pierde en tu pecho, en tu traje blanco, río sin cesar, la ilusión vive en mis mejillas. Es sencillo remar en lo imaginado, una corriente de antes, tomando cerveza en pueblos en fiesta, con trasnochadores bailando en la plaza, angustia de los usurpadores de plástico, con botones en el pulmón, rojos, de los tiempos en los que el Concierto número 3 de Rachmaninoff lo tocaban sólo su autor y Horowitz, que nos dijimos sin decir, que no hacía falta mientras las vacas con bata de cola nos miraban desde la otra orilla y un señor se reía de nuestras risas de brezo, un episodio de mudanzas, una salmodia para no entender, con cincuenta millones de niños chinos que estudian piano, que muchos de ellos tocan estudios de Chopin con sólo ocho años. Diazepam, xanac, proniazid, hoy la verde, las azules por la mañana, wir sind das volk, somos un pueblo, nosotros solos, el de los soñadores, dormidos al raso con almohadones de Ikea, somos los que celebramos la victoria de vernos y querernos al instante, como un presentimiento cumplido, un designio, fluoxetina pura en cada beso, nos vigila la amiga del humanoide verde y su colección de máscaras mexicanas gustando empanadas de zamburiñas y albariño bajo una higuera, que mezclo lo nuestro y mi viaje, aquel, para no sufrir, para no subirme al coche o volver andando, romántico encuentro en el camino, una bifurcación, otra, esta sin señales amarillas, no sabemos dónde nos llevará, el poder del ahora, un festín después de la dieta, rompiendo entre los dedos la tristeza, moderna piedra de la locura, la fuerza imparable que arrastra emociones y pálpitos, promesas y el miedo de no volvernos a ver.

Tu Mirada, la de agua, la que me tiene atrapado, desde entonces.

¿Hasta qué punto la Iglesia católica, con su oposición a las técnicas contraceptivas y de planificación familiar, es responsable del subdesarrollo del Tercer Mundo?

Jesús Mosterín: No es en absoluto una casualidad que los mayores índices de natalidad se den precisamente en los países más pobres del mundo. El exceso de población es una de las principales causas del hambre, las plagas y todos los demás jinetes del Apocalipsis. En esos países, una familia tiene que elegir entre alimentar y educar bien a un hijo o malcriar a 10, condenándolos de nuevo al subdesarrollo, la miseria y la enfermedad. Los organismos internacionales aconsejan a los Gobiernos de los países en desarrollo establecer políticas vigorosas de control de la natalidad, porque son indispensables para romper el círculo infernal del hambre y la miseria, y los Gobiernos lo habrían hecho hace tiempo si no fuera por la presión del fanatismo religioso, y en especial de la Iglesia católica. Pablo VI condenó la planificación familiar, la anticoncepción y el aborto en una encíclica, ya en 1968. Juan Pablo II, el Papa viajero, ha sido un verdadero vendedor ambulante de irracionalidad demográfica, y la influencia católica es la causa de que el aborto siga prohibido en toda Latinoamérica. No hace falta hablar del sida y los condones. Además, el Vaticano es incoherente, puesto que, si rechaza los condones porque erosionan el valor supremo de la reproducción, no habría peor pecado que la castidad, y sin embargo, ya ve usted. La Iglesia sigue con la estrategia de la sopa boba. Dad de comer al hambriento, y que se resigne a seguir siendo pobre. Es fundamentalismo.

Jesús Mosterín

(Bilbao, España, 1941) Filósofo. Profesor de Investigación en el Instituto de Filosofía del CSICMadrid). Catedrático de Lógica y Filosofía de la Ciencia en la Universidad de Barcelona. Investigador o Profesor invitado en Münster (Alemania), Sant Petersburg (Rusia), Kyoto (Japón), UNAM (México), Pittsburgh, Stanford y MIT (USA). Miembro titular de la Academia Europaea, del Institut International de Philosophie, vicepresidente de la International Academy of Philosophy of Science, fellow del Center for Philosophy of Science (Pittsburgh). presidente de honor del Proyecto Gran Simio. Asimismo, es director editorial de las enciclopedias zoológicas de Félix Rodríguez de la Fuente.
Autor de numerosos artículos técnicos y de divulgación, así como de veintiséis libros, entre otros ¡Vivan los animales! (Debate, 1998, y Debolsillo, 2003), Los Lógicos (Espasa, 2000). Conceptos y teorías en la ciencia (Alianza Editorial, 2000), Ciencia Viva (Espasa-Calpe, 2001, y edición renovada, 2006), Diccionario de Lógica y Filosofía de la Ciencia (junto con Roberto Torretti, Alianza Editorial, 2002), El pensamiento arcaico, La Hélade, Aristóteles y Los Judíos (Alianza Editorial, 2006) y La Naturaleza Humana (Espasa, 2006).



14 comments :

Anónimo dijo...

www.bligoo.com
buen soporte para blogs

ybris dijo...

Hay miradas que atrapan. No hay duda.
Mosterin también sabe mirar.
Claro que de otra manera.

Un abrazo.

Pedro M. Martínez dijo...

Gracias Anónimo, pero eso se lo dirás a todas...

Pedro M. Martínez dijo...

ybris, Mosterín sabe mirar y después contarlo.
Esa Naturaleza Humana es un magnífico libro entre el ensayo de filosofía y ciencia.
Y de la Mirada ni te cuento.
O sí.
Yo qué sé.
Sé que te abrazo.

Peggy dijo...

Interesante libro tomo nota:)

Margot dijo...

Pues tendré que mirar el libro ese, hojearlo... Las miradas procuro mirarlas todos los días. Ahora toca la tuya y me encanta como la narras...

Se me acumulan los libros por leer, por curiosear, ays!

Beso sin fundamentalismo, que eso es muy feo, casi tanto como la castidad. No deja de ser lamentable que ambas cosas produzcan perversiones aún más feas.

(Tengo que sincronizarme de nuevo con tus post!!)

No era Salinas quién decía?: "Si me llamaras
ah, si me llamaras
todo lo dejaría..."

O parecido... dejaría hasta los mapas!! jeje.

Y ya, que pesá soy, verdad?

Pedro M. Martínez dijo...

Peggy, esto...
Bueno, vale.

Pedro M. Martínez dijo...

Margot

¡Si me llamaras, sí;
si me llamaras!
Lo dejaría todo,
todo lo tiraría:
los precios, los catálogos,
el azul del océano en los mapas,
los días y sus noches,
los telegramas viejos
y un amor.
Tú, que no eres mi amor,
¡si me llamaras!
Y aún espero tu voz:
telescopios abajo,
desde la estrella,
por espejos, por túneles,
por los años bisiestos
puede venir. No sé por dónde.
Desde el prodigio, siempre.
Porque si tú me llamas
-¡si me llamaras, sí, si me llamaras!-
será desde un milagro,
incógnito, sin verlo.
Nunca desde los labios que te beso,
nunca
desde la voz que dice: "No te vayas".

(Salinas)

El libro de Mosterín es un ensayo, ameno pero ensayo de un señor que sabe muchas cosas, que las cuenta muy bien pero para el que como yo no sabe casi ninguna (cosa) puede resultar duro.. Aviso.
Sincronízate –please- con post, miradas, castidades y demás.
Tu turno.
Mi beso.

Petrusdom dijo...

Leí el libro antes del verano y la verdad es que aunque apabulla un poco,al principio, con tantos datos y nombres científico. Al final llegas a tener una visión muy cercana de qué estamos hechos y cuál es el impulso que nos lleva a estar a donde hemos llegado.
Saudos cordiales.

Pedro M. Martínez dijo...

Petrusdom, te leo:
Cuando se visita por vez primera un ciudad, te encuentras casi siempre con restos de lo que fue e indicios de hacia donde se ve lanzada por los actuales habitantes. Esta foto creo que recoge, en el caso de Bilbao, esa impresión primaria: una calle atiborrada de coches, farolas retros, con edificios funcionales y grises de una ciudad provinciana con aires de grandeza y aparente placidez a pesar de las pintadas de "Gora Eta", encajonada en un paisaje roto por ese edificio metálico, impresionante, frío y a la vez de ondulante calidez que es el museo.

Es que en provincias somos así.
Y el libro, claro.
Y las fotos.
También mis saludos.
Este es un blog lleno de amabilidad.
Gracias.

tomatita dijo...

Me ha gustado eso de "Es que en provincias somos así"...te imaginaba elevando la ceja.

Pero "nosotros somos el pueblo".

Besos

Pedro M. Martínez dijo...

tomatita, hay otra acepción que es "nosotros somos un pueblo". Lo gritaban en Berlín cuando la “caída” del Muro.
Pero de eso ha pasado un tiempo.
El sentido de pertenencia no pasa.
Y sí, levanté la ceja, hay cosas que no. Cuando veo en la tele algún artista de teatro de esos que vienen de gira “por provincias” ya sé donde no iré
Manías.

Anónimo dijo...

Feliz, feliz, feliz, me tienes. Muchísimas gracias me haces sentir muy afortunada.
Y luego todo lo que nos enseñas.
Besos, muchos, muchos.

Pedro M. Martínez dijo...

Me alegro mucho, Guadalupe, mucho.
Muchas gracias a ti, por tantas cosas.

En cuanto a enseñar...a un amigo mío le enseñaron la pata por debajo de la puerta y era un lobo disfrazado, abrió y se lo comió.
Lo solemos comentar mucho cuando nos vemos.
Me da miedo empezar con Besos, pero te los envío, muchos, muchos, también..

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