martes, 22 de enero de 2008

La euforia del músico gris.

Fravecammo´a casa all´ate, sulo ´anosta sta´n prugetto.


Se nos llenó la habitación de peces y cangrejos.
Es difícil de explicar.
Quizás fue Händel con su música acuática.
O el rumor de llanto del que no llora.

Intento una estroboscopia del amor, la descripción a cámara lenta de salamandras en el estómago, el baile del mercurio indicando el límite, el pacto desopilante –otros lo llaman rendición- , la espada rota en las rodillas, la húmeda lengua dejando surcos en la espalda ausente, babeando como un niño, como un loco, como un perro con sed, como un idiota.

Había un niño que daba vueltas por la ciudad ajena y fría, con maestras surgiendo de las esquinas y novias vestidas de novia.

Había un adolescente sentado en una esquina de la ciudad ajena y fría y llovían estrellas en la ciudad de los ciegos.

Había un hombre tumbado en mitad de la carretera que lleva a la ciudad ajena y fría, los límites se borraron y desde ese día fue extranjero.

Había un anciano acezante con el pecho abierto como un campo de trigo y las amapolas aún miraban a la ciudad ajena y fría.

Se nos llenó la habitación de peces y laberintos.
Es difícil de explicar, me siento tan ridículo colgado de este gancho, me lastima el cuello y la autoestima, deja un burujón absurdo allí donde se juntan las venas y el rencor, me da un aspecto de masoquista que se exhibe, de profesional de ausencias, de esclavo con el látigo del recuerdo lacerándome la espalda.

Quizás es Händel con su música acuática.
O el rumor de llanto del que llora al encontrar en la cama, entre las sábanas, la cabeza de un caballo gris.

Construimos casas para los demás pero la nuestra sigue aún incierta.

Arcade Fire


12 comments :

ybris dijo...

La música o las ganas de llorar.
Da igual.
Se nos llena todo de peces o cangrejos.
O de extraños laberintos en que tan difícil es retratar el amor a cámara lenta como descolgarse del gancho del que pendemos.
A pesar del llanto no parece que podamos evitar la construcción de casas ajenas dejando la incertidumbre de las propias.

Abrazos

Pedro M. Martínez dijo...

ybris, como siempre, lo has resumido perfectamente.

Margot dijo...

Todo es tan incierto que hasta los peces y cangrejos ya no se sorprenden como antes al encontrarse en una habitación. Ellos tampoco saben si es Handel o llanto pero imagino que deben preferir la música acuática que escucharían de estar en el mar.

Y al menos los míos me miran impávidos y un poco interrogantes.

Besote moviendo las aletas o las pinzas.

Nikté dijo...

Mi ciudad es cálida y propia, llámese como se le antoje, si estoy alli, es una y casas todas, de cualquier condición: Hostales, áticos parisinos, chozas al borde del mar.
Pero hay más...habitaciones. Construyo habitaciones con pianos de cola y ventanales con vidrieras de colores y los peces nadan con escafranda en una pecera.

Lo quiero muy señor mío

mirada dijo...

Pedrooooooooo te quiero con todas las músicas, con el agua o sin ella, con los todos los colores o monocolor.

Madame Vaudeville (Chus Álvarez) dijo...

Es tan bonito que no sé qué decir... Sólo gracias, supongo. Por regalar belleza. Un besito admirador

Єѕтnoм dijo...

"El carnaval del mundo engaña tanto, que las vidas son breves mascaradas; aquí aprendemos a reir con llanto y también a llorar a carcajadas". (Juan de Dios Peza)
El rumor de llanto del que no llora, ¿será parecido al silencio del llanto del que llora?
Besos.

Pedro M. Martínez dijo...

Intentar poesía, adorada Margot, es lo que tiene, que a veces no tiene, o solo lo tiene para, o vaya usted a saber. El caso es que era el post de ayer.
Yo me divierto, si a alguien más le gusta...pues eso, mejor.
Y que sepas que nado muy bien (o nadaba, ya no sé ¿cómo era eso del agua?)
Mi beso. Salvaje (el beso, tu no, guapa)

Pedro M. Martínez dijo...

Nikté, pájarito del sur, tu ciudad es donde tú estás, tú llenas las avenidas, las pueblas de árboles y canciones, tú construyes tu nación, territorio Nikté. Bien.
Aún no he comido, debe ser el hambre.
Te beso cada dedo.

Pedro M. Martínez dijo...

Si me dices esas cosas, querida Mirada, soy capaz de irme (otra vez) andando hasta ahí.
Alegras mi vida, ya ves.
Guapa, muchas gracias,

Pedro M. Martínez dijo...

Gracias a ti, Madame Vaudeville, muchas.
Tu página sí que es un regalo.
Lástima de tiempo para poder degustarla como se merece.
Te lo agradezco mucho.
Un beso rendido.

Pedro M. Martínez dijo...

No lo sé ondina, salió así.
A veces las cosas salen y nadie sabe como ha sido.
Te beso, también hoy.

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