martes, 1 de enero de 2008

Metonimia de la sospecha


Scherezade corre por los largos pasillos del palacio con el cordel de la imaginación enredado en los tobillos. Abre puertas, mira detrás de las cortinas, busca la historia que salve su vida esta noche. Sus pupilas están dilatadas por la belladona. La atropina y el miedo aceleran su ritmo cardiaco, teme el hacha del verdugo. Cierro corchetes de un tiempo invisible cuando en la mesa del jardín se posaban insectos de obsidiana y los tigres husmeaban el olor de las gacelas sobre las hojas mustias de otros días. Hay que encontrar el cuento que nos salve, que redima la doble mirada de nostalgia y futuro, con tristezas de agua detenida, con risas amarillas, con las horas volando sobre los nueve números que llevan a la voz de la ausencia. La voz como pretexto para llegar al ombligo y desde ahí al alma cautiva. Es decir la experiencia desvistiéndose de lo irremediable, de lo apocalíptico, de los bosques de pesadillas mientras con dedos de saqueador guardo debajo de la alfombra el descubrimiento de que John Dewey mantenía una concepción enteramente dinámica de la persona, que proponía la reconstrucción de las prácticas morales y sociales, también de las creencias. El travelling del vuelo sobre la playa en invierno lo he sacado de Fellini aunque el fragor del mar, el viento roto y las gaviotas estaban ahí antes de Nino Rota, antes de Laga.(1) Justo ahora que comprendo que esto no es una elegía, no hay desesperanza, al contrario, brilla. No es usted sospechoso –dijeron- y eso me lleno de ira, me desalojó del diván en el que compartía el miedo y el asombro, los descubrimientos de otro sexo, las lecturas de Max Aub –lo primero que recuerdo de ti son las manos- y en realidad estoy cavando el foso donde enterrarme, a aquel/yo/otro, subiendo después este/yo/el mismo sobre la tierra amontonada y saltando al otro lado, allí donde aún no hay reproches, ni silencios y la punta del lápiz titubea ante tamaño espacio albo, ante la dimensión del todo, un nuevo mundo para inventar, faltarán nombres para tanto personaje, definiciones para los artificios, piezas para los artilugios que hurguen en la piel de la sensibilidad, entre los entresijos del aburrimiento, organizando carne y ropa, desnudez y florituras para hablar como otro, sentir como otro, ser otro sin haber llegado a ser uno, osadía pasando de puntillas por los límites, por la limitación, bostezos apenas ocultos por piadosas manos y soy un hombre Afortunado encerrado ahora en su box, blop, blog comenzando, quizás sin saberlo, la versión 2.0 de este sueño y la hoguera está encendida, pueden ustedes preparar sus puentes mientras sentado en una terraza, en Roma –amoR- escucho las 5 easy pieces de Scott Walker, enteras, prodigio de músico y mi paciencia.(2) Crecen las verdades como corteza y la hiel se ha disuelto, oh maravilla, mientras le envío mensajes sin respuesta -¿estás bien?, pregunto- y nada, desde entonces todo es nada, miro en derredor y aquí ya he estado, eso pensaba cuando la grieta del pecho no cerraba, no crecían flores en sus pezones mínimos, no buscaban mis dedos la húmeda certeza, sus labios entreabiertos, la mirada de niebla, nos amábamos sobre la hierba y en su pubis crecía el paraíso. L´emozione non ha voce cantaba Çelentano y ella se obstinaba, todo o nada, escogí nada y eso fue todo, volver a empezar, cambiar de llaves, la derrota me hizo esclavo, perdí la dignidad, Alcibíades amaba a Sócrates y si aún escribo así, aquí, es que no soy libre y te acompañe tu obsceno doble hasta el fin de los tiempos, amén.(3)Concepto del doble, otro, ser el que eres, espejo, su otro lado, Alicia, fascinado por la nimiedad, viejo intento de escribir una novela –no esto, no esto, por favor- en la que se mezclen un viaje a Lisboa, ráfagas de jazz, fragmentos de una historia que después se bifurcó, aquella ciudad con su estatua ecuestre, saudade, carreteras del Alentejo, Wayne Shorter, la lonja de pescado en Faro, la cama estrecha en la pensión en Alfama, luego la vuelta y ni siquiera habíamos salido. Detrás de los signos, de las metáforas, asoma una teoría de la lucidez, una vez que sabes no hay regreso, nada es igual, ya no se puede olvidar, el conocimiento nos deja en una cima de la que no se puede bajar, aire frío rompiéndose en los diques del alma, sin huella, las cenizas de los últimos años esparcidas por las cordilleras de días que sangran, sábanas huecas, no recinto del sudor después del amor, estampa fijada en el espejo del hotel de la plaza, un caballo pintado en la pared, supe, oh, supe, sé y el oxígeno de la lucidez se ha quedado en mis arterias hasta cegar un futuro indescifrable. Basta, pongamos en orden los misterios. No ocurre aquí nada extraordinario si descartamos que la improbable poiesis contenida encierra un latido, un pacto con las palabras desde el cuarto de atrás, hablo para ser, y viceversa, ella está ahí, leyendo, la escucho cuando se acerca con sus zapatillas de gato y Tobías a su lado. Clavo clavos de oro en la caja que encierra los rosarios, el cuaderno de sumas y restas, el fragmento de una noche, la imposibilidad de reinventar la magia de la mirada que convertía un sueño en la historia más bella después del diluvio de luz, cuando se abrieron las esclusas lunares y su cuerpo pudoroso se bañó al borde del pozo que nos tragó para siempre. El mármol del silencio sella la oscuridad donde yacen los recuerdos.(4) Sigue la palabra como tentación, hablar para salvarnos, quod pro quo, escribirnos, leernos, a veces sentirnos, democracia de los blogs, liberarnos de las voces que nos aprisionan, redimirnos contando nos, justificando la distancia, agitando las fotografías como señuelos, los colores y poco más, poema a poema, historia tras historia, la misma, esto ya lo hemos leído antes y a otros y las Variaciones Goldberg y el dolor de su mutismo, la avidez de los cuerpos y las princesas que jamás leyeron “El astrágalo” de Albertine Sarrazin. B tiene miedo a bañarse en el mar porque de niña le asustó una ola. P guarda los cubiertos bajo servilletas de hilo en un cajón del armario de la cocina cuando hay tormenta, teme a los rayos. F es un misógino. FB tiene miedo a mirar a M de frente porque le intimidan sus amplios senos y sus caderas de paridora. JM dice que le gustan las jóvenes y se ríe. A es moralista y cuando habla te apunta con su dedo índice. C cree que es la mujer menos atractiva del mundo. P pensaba que a un momento de felicidad le seguía uno de dolor, sufría en sus risas. MY lloraba cada noche antes de dormirse porque pensaba que el mundo era injusto con ella. AM está preocupada por el paradero del alma de Hitler, teme que esté en el infierno. X lleva boina por dentro de la cabeza. S es seria y fuma demasiado. L siente marchitarse su lozanía. G es bella y ríe, no sé que hace cuando no. AG es artista. DB juega al fútbol. B es rencoroso. PM es anciano y bebe vino de Rioja. F es alto y pesca bogavantes. R es tasquero. I es asturiana y dulce. Justo antes de mi enfermedad un barco de bandera cubana encalló en la barra en mitad de la bahía, fotografías de un tiempo no demasiado lejano y sin embargo desde entonces ha pasado un mundo. (5) Una vez transcurrido el fulgor de la sílaba gutural queda la fragmentación de lo cotidiano, la mansa adecuación al deterioro físico, el músculo supeditado, Vía Láctea en láminas, frascos numerados, los goznes de lo oscuro girando en lo de después, tinta azul para un tiempo en el que las cunetas se poblaron de olmos de recuerdos, no se precisa un tratado de hermenéutica para interpretar estos difusos trazos de post rasguñados en la altiva garamond, a veces otras hasta aquel viernes en que el cielo estaba gris y las olas rompían con estruendo en las rocas bajo las propiedades del convento. La muchacha protegía su nuca de los hilos de salitre que flotaban en la playa invadida de gaviotas. Caminamos sobre un sendero de algas y a nuestro paso la espuma formaba arcos brillantes y húmedos. Hablábamos y las palabras quedaron prendidas en las zarzas –giré la cabeza y florecían-. Hablábamos y todo estaba dicho. Nos besábamos y el pudor nos envolvió los labios. La conocí, sí, y aún no he empezado, kilómetros de lluvia para un viernes, pensar en ella mientras conduzco, ella al final de una autovía de camiones, cantando en una ventana, mirándome desde una curiosidad que quiero concretar, bailando de puntillas con una música de guitarras, presentida en sus cartas a otros, en sus miradas a otros, en sus palabras a otros, dijo aire y contesté aviones, dijo I y contesté H, nos dijimos tantas cosas y ninguna, no hizo falta. Ella. Al conocerla deseé tenderme a su lado (vestidos, ¿eh?) y abrir los cajones de su cabeza, uno a uno, revisar sus armarios interiores, saber de sus recuerdos, de sus miedos, de sus gozos, de sus luces, de sus cuartos oscuros, quise abrirle las ventanas y dejar que el sol entrase por sus cuartos. Ay, hacía tanto frío en aquella playa. ¿Lo digo?, al conocerla, después, deseé tenderme a su lado (desnudos ¿eh?) y besarla en cada herida, en cada cicatriz, en las grietas que le sorprenden, en los huecos que la bajamar ha dejado en su historia; deseé hacerlo con tal lentitud que nos iban a faltar horas para tantos besos, besos de pájaros, besos tiernos, besos de niños sorprendiéndose el uno al otro en un pajar con luz de luna. Al conocerla comprobé que era real, que respiraba, que miraba tan dentro que sabías, que ataba con un cordel su fantasía y la llevaba como un globo de los que daban los jueves en las zapaterías. Después nos despedimos y el milagro quedó ahí, creciendo, trepando por las ruedas de su autobús, por mi autovía de camiones. Este beso no puedo suplantar al que no nos dimos.(6) Siguió la sospecha, una vez que la llave entró en la cerradura de la puerta principal y encontró las ventanas cerradas, se dedicó a prender el pabilo de cirios amarillos que iluminaron los cuadros con escenas de caza, con retratos de serios señores vestidos de gris, cornucopias y, en mitad del aposento, la cama con una mujer desnuda que se sobresaltó ante aquella presencia inesperada, tapándose los pechos, buscando su combinación de seda, una puerta, un arma, una huida del hombre que se acercaba con gesto amenazante. Por ejemplo, o. La mujer vestida de perfume, buscó su pijama mientras el intruso se acercaba. Detrás de él, fotógrafos, abogados, periodistas. Y ella, la otra, su pérfida rival. Supo que estaba perdida y afrontó el escándalo con una mueca de desprecio, con su cuerpo desnudo indiferente ante los flashes de los reporteros. O también.. El reloj del salón acababa de dar la diez. La mujer despertó a la cuarta campanada. Con ojos aún nublados de sueño, no reconoció aquella espalda, ni los largos brazos del hombre que yacía a su lado. Con un gesto pudoroso se cubrió los pechos y busco a tientas su ropa. No sabía quién era aquel hombre y mucho menos donde estaba. Bajo una jarra con agua en la mesilla de noche, dos billetes arrugados. Esas cosas. Misterios de la palabra escrita, trazos negros con florituras de mariposa, alianzas con la fantasía, rutina de los días con relojes, con horarios inflexibles, con cordones al cuello, con necesidad de creer que hay otras posibilidades, otros caminos, una mirada bajo la alfombra, flagelarse la espalda con escritos llenos de mentiras, de verdades imaginadas, de necesidad de inventar lo que no. Ilusiones. Lluvia de gallinas desbordando la tinaja bajo los agujeros del tejado. Alrededor de la cama caballos invisibles piafan y agitan las crines húmedas por el sudor, cocean a un imaginario caballero, trotan por las nubes formadas en los sueños de una mujer desnuda, dormida, abandonada sobre las sábanas negras. Desde la ventana, un hombre, real, la mira y en sus ojos baila el deseo. Al fondo suena un piano.(7) Metonimia de la sospecha que se transforma en lucidez, lucha de Ceres y Venus, la colección de mascarones de Neruda en la playa Negra, aromas de tabaco verde, percepción de que los relojes atrasan, las seis, las cinco y cuarto, luego las cuatro y media, luego las dos, horas de luto, ansia de larga duración, la idea constante de la mujer en una baño luminoso y vacío, barrera superada de encajes de Bruselas y corchetes, el agua deslizándose por su pelo, por su rostro, por su pecho, acariciando su sexo, ojos en las rendijas, observando, las enredaderas del deseo aprisionando sus piernas detrás de los biombos, las grietas de las paredes filtraban el sonido de un clavicordio, rubor en su oscuridad de mirón, flores rojas de Pascua sobre la mesa, perfumes de lavanda, de vetiver, el vaho de la ducha envolviendo el desconcierto por la piel desnuda, curiosidad adolescente, alivio compulsivo, sensación de culpa, de soledad, búsqueda del abrazo desatado, entrar en esa estancia de amor, miriñaques blancos, cintas de amaranto, largas faldas con botones de damasco en la cintura, flores de terciopelo rojo en los muslos, camisas con encajes, el fulgor de otra mirada, enfrente, alguien más miraba, un rival, un enemigo, quizás un criado, un noble, un hombre emboscado, el pequeño cuchillo imaginado en la mano, celos de niño malcriado, absurda propiedad de nada, código de un honor inexistente, tribunal sin jueces ni testigos, guirigay de sentimientos nuevos, descubrimiento de la dependencia de otro cuerpo, ser guerrero siendo mozo, luchar sin batalla declarada, ser enemigo antes de buscar alianzas, rendirse a la hermosura de una hembra desconocida, besos al mármol del baño, al aire, frustración del regreso a los estudios, a los deberes de muchacho aplicado,-¿qué haces aquí?¿me espías?- y la hermosa mujer pasa a su lado envuelta en toallas blancas, el pelo en un moño, los pies mojando las zapatillas bordadas en falso oro, un mohín de desprecio, orgullosa y cruel deja deslizarse levemente un dedo por el escote, el contoneo de las caderas ocultas por el tejido rizado provoca un incendio en las mejillas del joven que corre ya por los pasillos, avergonzado, vencido, no sabe que la guerra en su cuerpo no ha hecho sino empezar.(8) Desde el extremo de un trampolín arcaico, mirando la piscina, ahí abajo, salto del ángel con doble tirabuzón, miedo al choque con la superficie, con la realidad, vuelo y esta vez no con la imaginación, nadador de travesías por costas asesinas, ola arriba, ola abajo, ahogados en playas concurridas, la muerte no discrimina, está de moda morir, esta vez no era una ilustración de revista surfera, la mano agitándose entre la espuma como en un grabado antiguo, tantas manos pidiendo auxilio, siempre se lanzaba a la resaca, seguridad en sus fuerzas, o inconsciencia, brazadas por la marea, moluscos en las piernas, no había aplausos, soledad húmeda de mercurio, el que estaba en apuros en un extremo del cuadro, él en otro, respiración fatigosa, pesadez en los brazos, acercarse con palabras tranquilizadoras, como ahora, ha pasado demasiado tiempo de todo, todo está lejos, todo es ayer, todo recuerdo, no sé que hago enfrascado en esta absurda colección sin sentido si lo que quiero es estar con Ella, acurrucado entre sus brazos, volver al paraíso del amor, aunque ni siquiera sé quién es Ella, ni siquiera sé quién soy yo, escribiendo esta absurda retahíla en un tiempo de navidad con frío en el pecho, con decir una cosa y lo contrario, ¿sabes?, es un buen momento para hacer balance del año que se va, otro, coleccionar horóscopos, arcángeles disecados, alhajas de sentimiento alrededor del nudo en el corazón, aquí seguimos mirando el horizonte imposible, una línea se apoya en mi pie, el otro se apoya en una liebre que da vueltas en el fondo del ojo de un rey destronado sentado en un meteoro, fiebre de arqueros apuntándose los unos a los otros en una guerra dominical de egos inflados como peces inflados, con burbujas en columnas de a uno, dos pasiones, tres instantes de tedio, cuatro violonchelos encendiendo el miedo a dormir sólo, noche tras noche.(9) Como noche tras noche soñando con su cara tan bella, su voz en mi oído, sus caricias, su dulzura, su mirada, su cuerpo que me turba, sus palabras, su sabiduría, sus errores, su constancia, su lucha, su sentido de la vida, sus recuerdos, su presente, sus proyectos, su trabajo, su distancia, sus lágrimas, su deseo, su pasión, sus labios, su mano en la mía, sus cartas, sus abrazos, sus emociones, sus sentimientos, sus renuncias, su historia, sus silencios que son uno sólo –el silencio-, su determinación, su genio, sus conocimientos, sus posturas, aquella mirada sorprendida al cruzarse con la mía, su paciencia, su resignación, su aceptación, su pecho donde dejé todos mis secretos, su fumar compulsivo, su tos, su cuello, la curva de sus caderas, verla sentada mirando al mar, verla de pie esperándome, verla tumbada, su sudor juntándose a mi sudor, su curiosidad, cómo me pegaba riendo, su paciencia, su calma, su cabeza saliendo entre las sábanas, su manera de caminar sobre las piedras de la playa, sus celos, su seriedad, sus suspiros, sus gemidos, sus miedos, su valentía, sus pómulos de india, su pubis, su nariz, su frente, cuando volvió de Argentina, de Turquía, de Londres –cada vez-, cuando no volvió, cuando se iba, Barcelona, Madrid, Valencia, cuando no estaba preparada, cuando lo estaba, cuando le tocaba y sentía en ella rumores de fuentes, cuando me abrió la puerta de mi mundo oculto, cuando me curó la ceguera, cuando me salvó, cuando me condenó, cuando fui otro, cuando toqué el cielo con los dedos, su pelo largo, su pelo corto, muy corto, blanco, caoba, negro, ella pintándose delante de un espejo, duchándose, orinando, dándose cremas, ella sentada en el suelo esperando que abriesen una corsetería, apoyada en la biblioteca, corriendo desnuda por la playa, en cada momento del tiempo que vivimos juntos, mi amor flotando en lo imposible, en lo inalcanzable, en el limbo de los sueños no conseguidos.(10) Nocturna y solitaria lucha, lengua dolorida en añoranza, los pies en tinieblas de entierro. Brazos en cruz, lluvia de párpados, aúlla la noche que palpa el filo de navajas en celo. Saber decepciona. Viajar al extremo de una estrella, con flores de piedra, ríos infinitos, dioses burlones desgarran anhelos. Tiránica ley de gemidos, luna obstruida de pájaros estancados, perros que muerden sus alas marchitas. Recorrido eléctrico por estancias sucias, dolor de entrañas, lamentos de espinas. Saber es amargo. Esto no es un final, apenas he empezado, esta ha sido la metonimia de la sospecha pero aún no he aclarado gran cosa, algo busco en el centro de mi mismo, algo que explique y justifique, que de sentido, impulse, que acompañe el viaje hacia la nada. Últimos días de un sueño roto, puedo escuchar la risa bajo la tierra de la ausencia. Y los lamentos. Este es un tránsito hacia la lucidez.(11)



Fin.



(Todas las ilustraciones: Anthony Zinonos)


11 comments :

Єѕтnoм dijo...

ya no busques más la pócima en el almacén, creo que será mejor recurrir a un antídoto.
mi primer beso del 2008 para tí.

Churra dijo...

Esto ha sido un resumen ? un inicio resumiendo ? .
En cualquier caso eso de Fin no me ha gustado , fin de que?.
Te mando todos los besos(y porque no tengo mas )

Pedro M. Martínez dijo...

ondina, un gran honor que a las 12,02 del año nuevo me brindes tu primer beso.
Muchísimas gracias.
Te hago reverencias.
Guapa.

Nikté dijo...

jo, no se ha publicado y ahora ni me acuerdo, jo
¿He dicho jo?
Lo intentaré de nuevo: hablaba de que habías hecho un potaje y que no se si era por vagancia o porque ese era lo que andabas buscando desde un principio, que te decia tambien que si querias que te trajese pan pa mojar y que una mezcla de los dos, que si, pero que lo mismo emulsionamos. Ah! también hablaba de una batidora, cosas mias, y que tu final es de ovación
Después te decia una cosa mu bonita pero que no puedo repetirla, solo se da una vez cada mil años. Tendremos que esperar.

Besos, besos y besos

Esto último es exactamente como lo escribí, algo es algo

Pedro M. Martínez dijo...

Churra , corazón, fin de esa metonimia (después de 11 días ya tocaba).
Me pareció una buena forma de empezar el año con ese post resumen.
Recogo los besos –humm, gracias- y te envío los míos

gaia07 dijo...

Realmente dominas el arte de darle un significado distinto a algo, que no posee en principio.
Un beso virtual, que en absoluto suplanta al futuro beso real.

Pedro M. Martínez dijo...

Nikté, besos, besos, besos en esta espera del año 999 antes de, girando en la batidora, emulsionando, empanado, en mi propia salsa, por mi vagancia de escribir y escribir, puro potaje, sí, no, vaya, voy, eo, jo, recuerdos, ahora, bah, beee, te abrazo ¿vale?

Pedro M. Martínez dijo...

gaia07, lo que mejor domino es el arte del toreo. ¿Me has visto torear?, puf, qué dominio, qué pases en los medios, qué descabellos, ¿y el Tancredo? Eso sí que sí, que me quedo quieto, como dormido, o lejos, otro, inmóvil, como un bello (feo en mi caso) durmiente esperando ese beso, el que me has prometido
Otro mío.

Ceshire_andromeda dijo...

Wow, Pedro, este texto siempre me conmueve, leerlo es entrar a otro mundo, uno fascinante que rebosa de una creatividad cruda y sin filtros, descontrolada como los sueños. Si me preguntas, pienso que nada hay tan honesto como los sueños. Muy bien logrado, claro, como todo lo que haces, se nota que le pusiste mucho trabajo. Gracias por dejar aqui textos tan profundos y por abrirnos tu corazon. Un abrazo.
Ceshire

PS
Esto me da una lata de nunca acabar cada vez que quiero comentarte. Ay, si no te estimara tanto!

;* dijo...

gracias bendiciones , eres una exquisitez deleitosa del alma fragmentada de un caleidoscopio tomoscópico sinestésico hologramico

haribol

kiss of soul for you

;*

Anónimo dijo...

GRACIAS

esplicas lo inesplicable
porfavor mira este grupo!

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bendiciones

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