miércoles, 6 de febrero de 2008

Cuatriobra. Belerofonte.



Objeto del odio de los dioses, erraba solo por la llanura Aleya, el corazón devorado por el dolor, evitando las huellas de los hombres. (Ilíada VI,200)




Nueve.


(...sigue) Precisamente esos dos nombres brillan ahora, consecutivos, en un rótulo bajo la imagen de la mujer, de los ojos sorprendidos del Realizador que por una vez ha perdido el dominio de la situación. Las rayas de colores se han detenido en los ordenadores y no se reciben llamadas. Su dedo duda entre varios pulsadores de la fila superior. Tras unos segundos de vacilación se decide por el amarillo. Un hombre camina con paso lento por el pasillo, las cámaras se recrean en sus abultados pectorales, en sus bíceps poderosos, en su cuerpo fornido y vigoroso. Cuando traspasa la puerta de la sala tres el rótulo se ilumina: Raimundo Circus. Y los indicadores se alteran, se mueven, suben, bajan. Circus se reclina junto a la mujer, sin tocarla. Espera como un escorpión bajo la piedra, atento, cruel, con un rayo negro en su cabeza donde no llega la luz de la piedad, de la inocencia. Las cámaras eluden enfocar su pene flácido, lánguido, ridículo entre tanta masa muscular. Cuando una luz se enciende en la pared sonríe y sus dedos serpentean por la espalda femenina, rozan sus caderas, se demoran en los glúteos, acarician las piernas, tratan de lograr un suspiro en esa boca quieta.

La mujer no se mueve y sus labios están deformados en una extraña mueca, no siente su cuerpo y su cabeza se ha convertido en un inmenso cruce de caminos por donde transitan las vendedoras de cebollas que buscan el rastro perdido, unos monos paseando por una cornisa, un diablo manco, cornudo y tentador, un segador con una serpiente enroscada en su brazo, un perro persiguiendo a un gallo, una zona gris lindando con otra de colores Kandinsky, el pavo real del parque, orgulloso y atento. Pero, de pronto, ¡zut! en ese cerebro que alteran los alquimistas se ha encendido una bengala de peligro y capta la impresión del instante, se ve tumbada sobre una mesa entre ávidos jugadores de cartas y se incendian las ciudades invisibles de su mente, asiste a la matanza de los inocentes, toma entre sus brazos la palma del martirio y entra en la rueda de cuchillos y espadas dispuesta a inmolarse en la piedra del sacrificio, se siente como Dora ante el Minotauro. Y teme, porque ahora sabe que está viva.

(continuará...)

Allegro Non Troppo


6 comments :

ybris dijo...

¿Como Dora ante el Minotauro?
Temible.
Sobre todo cuando se es consciente de estar viva.

Abrazos

Pedro M. Martínez dijo...

ybris, ese cuadro de Picasso siempre me ha parecido terrible, brutal, turbador, inquietante, salvaje, estremecedor. No se me ha ocurrido otra imagen mejor para complementar mi texto.
Y estar consciente de estar vivo no creas que está al alcance de cualquiera.

Abrazos

Nikté dijo...

¿Es su sueño, verdad?
Y ella se dió cuenta.
Haría falta un minotauro para despertarla, algo aterador, impactante. si eso es.
Yo he visto ese rostro alguna vez y los que esconden sus partes flácidas también, tanto unos como otros.
No quiero que nadie le haga daño a esa mujer, sálvala.


Un besito pequeñito pero que impacten directamente en tus ojos, es lo único que veo de tí por eso me voy a ellos.

Margot dijo...

Inquietante, ays... mira que eres!

Será ese, la inquietud, el precio de sentirse vivo? otro ays.

Un beso que continúa.

Pedro M. Martínez dijo...

No es un sueño Nikté, es la vida misma.
Y la vida está llena de minotauros.
También de Dinas.
Picassos hay menos.
Conozco a demasiadas personas de mente flácida (aunque en los últimos tiempos pienso que la que está flácida es la mía. Me refiero a mi mente)
Y no hay quién cambie el destino. Ni mi texto. Mañana termina, si quieres saber si muere o si se salva, léeme. (insisto, me refiero a mi mente)
Algún día me verás entero (es lo que se llama el día de la desilusión)
Hasta entonces mi beso lleno de buen humor y sonrisas)
(¿te he dicho lo de la mente?)

jajajajajaja

Pedro M. Martínez dijo...

Margot, ni te imaginas lo que disfruté escribiendo este final.
Fue una colaboración de lujo, todo un reto. Mis dos amigas, Carmen, Rosa Elvira(tiene varios premios de literatura), mi amigo Joan, escriben de cine. Y son muy buena gente.
Por eso me he permitido traer este texto desde mis recuerdos.

Sentirse vivo es un privilegio.
Y disfrutarlo.

Hoy es un día magnífico (el mío lleno de problemas, de pequeñas y grandes cosas, de rutina, de trabajo, de movimiento, de responsabilidades, de retos, de cansancio), luce el sol, el cielo azul, un inusual calor de febrero, estoy sano, río, hablo, he comido muy bien (paella), he hablado con personas amables, simpáticas, un lujo. Y ahora me voy a pasear, a correr quizás, ah y tengo que hacer la compra.
Pero antes de todo, mi beso agradecido, para ti. Guapa

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