sábado, 8 de noviembre de 2008

Carta de elogio a mi locura. (6)

YAZGO

Chile es el nombre de mi padre
Piensa en él
¿qué ves?
¿me ves a mí?
¿te ves tú?
Piensa en tu lengua que es también mi lengua
muérdela
está llena de horrores ortográficos
está llena de precipicios y cuerpos
sagrados y heridos
anoche te oí decir que hoy seríamos un sueño
así lo oí
así será.

Héctor Hernández Montecinos

(Santiago, Chile, 1979)




El olor que flota sobre la hierba fresca, las alas de cera de un ángel zurdo, cada día que no te llamo es un triunfo, cada día que me duermo sin pensar en ti también, cada noche que no sueño con tu cuerpo abrazado al mío es una muesca que añado a esta pared desconchada que se mece con el viento de la ausencia y esta es una adicción igual a cualquier otra, el que bebe, consume, nieve, humo, tus amigas escondiéndote bajo los soportales de la plaza mayor, maldición de cabeza perdida en quimeras, de dedos ansiosos por tocar tus dedos, tu piel, tus glúteos duros, mi sexo que mira horizontes detrás de la niebla, como un periscopio excitado, inquieto, submarino de amores con cargas de profundidad estallando en lo más íntimo de esta sima insoportable. Cómo duele, joder, cómo duele, encerrado en una jaula junto a un tigre de tristeza que me mira, goloso, que mueve la punta de su cola y babea. Los guacamayos chillan en los nervios de mi ansiedad ramificándose por la espalda, el pecho, la raíz del miedo al sábado hundiéndose en la tierra a través de mis piernas, piel tatuada en penas, sortilegio de otros sábados, huida a través de aquella curiosa selva de besos. Tú ya no tienes labios, ni boca, se han borrado, todo en ti se borra, se difumina, se pierde ante el soplo de escaleras, metro, trabajo, metro, escaleras, ¿hay más?, ¿qué esperas?

A hombros de mis camaradas, la ciudad ardiendo detrás, huyendo por la antigua ruta del vigilante, su mirada de abismo, tú no me has visto nunca, viste al amante que acunó tu inexistente infancia, el intento del quizás, el aluminio y el ámbar, las arenas doradas de la playa que nunca pisamos juntos, el laberinto que tejimos, sin Minotauro, Ariadna traidora que quemaste el ovillo, aventaste mi Deseo después de quemar los sembrados, fuiste el tránsito, la luz que se consumía y encontró mi hambre, mi sed, mi necesidad de cielo.




18 comments :

cristal00k dijo...

Enganchada me tienes. Por más deprisa que vayas, pienso seguir visitándote. Aunque no siempre comente. Éso, que te sigo.

Tempero dijo...

'..., y dos manos grandes como zarpas comenzaban a recorrer la geografía trémula de su cuerpo desnudo, mientras una lengua lijuda le viboreaba en el lóbulo, le saltaba al cuello, inquiría en sus pezones y seguí bajando interminablemente, deliciosamente, insoportablemente vientre abajo,...' Con experiencias como estas descritas, el caso de una novela deliciosa de un autor chileno, se le acaba a uno la locura de inmediato, y la poesía... hasta casi sobra.

Anónimo dijo...

Hoy, después de leerte, desde luego no es un triunfo. Cómo duele, joder.

ZenyZero dijo...

Y qué desgastados están esos pasadizos, como catacumbas llenas de cadáveres que son piedras.

Me has robado el pensamiento con alevosía y premeditación. Eso sí, con una gracia infinita que no poseo.

Un saludo, paisano.
Chuff!!

irene dijo...

Los impulsos del cuerpo tal vez puedan dominarse, los que van directamente a la mente y al corazón, difícilmente.
Los recuerdos que dejan de serlo, como las ausencias, sólo son agujeros negros en nuestras vidas.
No nos dejemos devorar por esos tigres de tristeza, están al acecho.
Lo que pueda decir, de lo que me inspiran tus escritos, es lo que me achaco a mi propia existencia. Ni entro ni salgo en tu intención al escribirlos, no sería tan osada, nadie puede entrar en nuestro interior más íntimo, a no ser que se le haga una invitación en toda regla.
Un placer leerte.
Besos, Pedro.

Pedro M. Martínez dijo...

Enganchada cristal00k, veo que estás bien entrenada para correr por los pasillos del post.
Agradezco tu paciencia y tu lectura.
Y este comentario.

Pedro M. Martínez dijo...

No creas Tempero, ese fragmento chileno tiene una tórrida poesía.
No conozco mejor poesía que la que describe.
Gracias por venir.

Pedro M. Martínez dijo...

Anda, ven elshowdefusa, que te curo ese dolor.
Pero acércate, ven, más, así.
¿ves? Sana, sana.

Pedro M. Martínez dijo...

Oye, ahora que recuerdo ZenyZero ¿no íbamos a tomar una cerveza un día?.
Saludos en este sábado con un tiempo de regalo.

Pedro M. Martínez dijo...

Pues lo mismo digo irene, tu comentario se desliza por mi espalda, una caricia de comentario, con todos los ingredientes para que aplauda a pesar de tener los brazos pegados al cuerpo, para que sonría a pesar de los labios cerrados, para que entienda precisamente por tener el alma abierta.
Escribir es una bella actividad, vivir es un milagro que hay que aprovechar.
Te beso con emoción.
Y gracias.

Unknown dijo...

Joder... que perfección, a veces no se que decir para expresar lo que pienso al leer. En fin... siempre sucumbiendo a tus encantos. Besazo

Anónimo dijo...

"Ariadna traidora que quemaste el ovillo"...más quisieras, chavalín.

Cuidao, que vuelvo.

Un abrazo, loco.

Tempero dijo...

No te imaginas lo gran poeta que es ese maravilloso prosista, otro de los que apenas aparecerá en el google y que es uno de mis predilectos y de los que es difícil encontrar su obra aquí.

Pedro M. Martínez dijo...

Sucumbida LOBITO, queda de usted este siempre su seguro servidor de emociones a la carta. Con toda mi humildad y cariño, un beso.

gaia07 dijo...

Todos tenemos un algo de poesía y un algo de locura.
Espero que hayáis disfrutado este sábado, y saciado hambre y sed, maravillosa compañía no ha de faltarte.
Hablaremos largo y tendido.
Besos y que el sueño os lleve a la locura de aprenderos siempre.

Pedro M. Martínez dijo...

Pues bienvenido misántropo, ya era hora.
Están quemados los ovillos, los recuerdos y hasta yo mismo, quemado.
Un abrazo, chaval.

Pedro M. Martínez dijo...

Pues nada Tempero, deléitanos con sus obras de arte.
Y ensayo

Pedro M. Martínez dijo...

Pues sí querida gaia07, un sábado feliz, lleno de sol y alegría.
Después de una dura semana nos lo merecíamos.
Y es que está la cosa dura.
Esa crisis.
Y buena compañía no ha faltado.
Hablaremos, bella, mucho.
Un beso dulce y transparente.

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