viernes, 23 de enero de 2009

Isabel.

Hambre

El kayac sueña con un mar abierto, sin hielos.
El cuchillo sueña rojo. En las frías estrías de rifle
del hambre no se abre ala alguna.
El arpón apunta a mi escuálida mujer
y ve una foca detrás de su arrugada piel.

Halfdan Rasmussen (1915-2002)-


Isabel, amanece poco a poco, que es bastante; te pienso mientras el todo terreno de J atraviesa el límite de la noche y nos trae de Santander.

Negra la mañana, sí, negra y peligrosa la autopista, con jirones de niebla. Miro y tú no estás a mi lado, pero detrás están V y ¿¡? (no sé cómo se llama) con los que he compartido el dichoso (y largo) curso de gestión documental. Hemos madrugado para llegar a Bilbao, al aeropuerto.

Conversamos de esto y aquello, discrepo de algunos planteamientos, para no llegar a una discusión intento dar un giro amable a la charla (aunque me fastidia renunciar a mis principios de trabajador, resabios de conciencia de clase, de mis ancestros, de otras luchas, puño en alto, barricadas, huelgas, carreras, coches cruzados, fuego, despidos masivos).

Cambio el tema y hablamos de los vascos (ellos son valencianos), de la vida aquí, de gastronomía, de trivialidades y me entra un sopor producto del movimiento del coche, de lo que he madrugado, de que prefiero pensar en ti y abro los ojos y estás a mi lado y Janis Joplin nos está chillando Try, jus a little bit harder y cambio a música italiana, acaricias mi nuca, te cuento que en el curso solo había una chica, Julia, que estaba a mi lado y era dulce y lista, pero que la miraba y solo veía tu cara, y que bien que hayas venido, acompañándome y dejas tu mano en mi entrepierna y me inquieto, me excito, acaricio tu mejilla, reímos, cambias el CD y Handel nos invade con su majestuosidad, tú comienzas a llorar dulcemente, sin ruido, se deslizan lágrimas por tu cara, caen a tu pecho, las busco, quiero beberlas, quiero sorber tu llanto y nos miramos, doy un giro de volante y salgo de la autopista, conduzco a toda velocidad por una sinuosa carretera vecinal ¿dónde vamos? –dices-, al cielo –contesto, y ahí, al fondo, brilla el cartel de neón, Hotel, el recepcionista nos mira, no, no tenemos equipaje, nos da la llave, primer piso, subimos, riendo, dejamos las gabardinas sobre una silla y nos abrazamos, tu saltas y me abrazas pasando las piernas por mi cintura, así, acrobáticos, nos besamos y besamos, riendo, no puedo contigo y caemos sobre la cama y cuatro manos se vuelven locas y se afanan en soltar botones, aflojar nudos de corbata, bajar cremalleras, quitar botas, zapatos, apaga la luz –digo, me miras, sueltas una carcajada y sigues tu tarea de quitarme la camisa mientras te bajo la falda y chocan nuestras cabezas, me muerdes, ay- grito- te hago cosquillas, te suelto el cierre del sujetador y lamo tus pezones oscuros, con delicadeza extrema, tan lento que mi lengua quedaría la última en cualquier carrera, estamos tumbados sobre la cama y aún nos queda alguna prenda encima, nos miramos y decimos a la vez, uno, dos y tres, estamos desnudos y nos miramos, nos arrodillamos sobre las sábanas y sin dejar de mirarnos a los ojos nos acariciamos justo con el último milímetro de los dedos, casi parece el roce de un suspiro, hace calor, o lo tenemos, paso la palma de mi mano por tus glúteos, busco el interior de tus muslos, te encoges levemente, se nos nubla la vista, espera –digo –salto de la cama y apago la luz, ¿dónde estás? –susurras- y me acerco, te busco , mis labios se pierden en tu húmeda intimidad, en tus labios que se mueven y mi lengua, de pronto, quedaría la primera en cualquier carrera y se mojan las sábanas de mi saliva, de ti, de nuestros sudores y me dices –ven- y obedezco y los dos estamos gimiendo como almas en el purgatorio e insistes, ven, ven y ya no puedo sino entrar en ti y perder el sentido, movernos como dos amantes que se conocen de siempre y darnos, ser uno, gozarnos, bañarnos de palabras dulces, gritas y digo –nos van a oír- y tú dices, -calla, tonto, no nos conoce nadie, sigue- y sigo y sigues, y estás sobre mi y aprisiono tu cuerpo entre mis brazos con dulzura y te sujeto las caderas, tus pechos, mi sexo en el tuyo, sobre ti, ven, colócate así, no te muevas, muévete, ay, espera, sigue, más rápido, más rápido y el coche ha patinado en una curva, despierto, los árboles pasan raudos por las ventanillas, ruidos en la carrocería, damos vuelta de campana, nos golpeamos contra el techo, las paredes, gritos, sonidos extraños, metálicos, luego silencio y al tiempo, mucho tiempo, demasiado tiempo, una cara asustada se asoma y solo puedo decirle ¿Isabel?, pero me duele, me duele tanto. No sé dónde están J, ni V, ni el otro, ese del que no sé el nombre. Todo está oscuro y tengo miedo. Ha comenzado a llover. Cortázar y yo ya lo hemos vivido antes. Duele.


Eh, ya hemos llegado. Cómo duermes, has roncado. ¿Quién es Isabel? Repetías su nombre. A las once tenemos reunión.


16 comments :

➔ Sill Scaroni dijo...

... quién es Isabel?

;))

Buen final de semana.

Sill

Pedro M. Martínez dijo...

Sill Scaroni, la protagonista (pasiva, sin saberlo) de mi post de hoy.
¿Existe?
Yo qué sé, escribo tanto que a veces me confundo.

Más o menos.
Buen final de semana también para ti.

Eria.. dijo...

Nos sentaste en una montaña rusa con este texto, moviste mi sonrisa y mi estómago. Besitos varios.

Pedro M. Martínez dijo...

¿Solo eso? Eria.., intentaba mover más partes del cuerpo.
Y del alma.
Otra vez será.
Besos.

Me ha gustado (e impresionado) tu post de hoy.

Anónimo dijo...

¡Uf! Quien fuera Isabelle...
Voy a soltar una carcajada, para ver si entro en el texto.
Maravilloso.
Mil besos.

Arantza G. dijo...

Madre de Dios, cuanto movimiento...
Aún corriendo el riesgo de mareo, nunca viene mal.
Imposible aburrirse con la lectura...
Te deseo buen fin de semana.
Besos

Marina Culubret Alsina dijo...

me gusta desorientarme, dar volantazos, perderme entre caminos varios, a oscuras o en luz, al final ya no sé si estoy soñando.... pero sí sé que me ha gustado.

buen fin de semana Pedro,
saludines con pirueta al viento

gaia07 dijo...

Es lo peor tras un fabuloso sueño, el estresante despertar provocado, la perplejidad y lo que te espera.

Seguirte con la imaginación es una delicia (en este y en otros temas, no vayas a pensar que… bueno, y qué, por qué no vas a pensar, en este sobre todo eres un seductor fascinante y sorprendente)
Un beso, largo, largo.

Pedro M. Martínez dijo...

No tienes más que insinuarlo sk8, 160 kms no son nada.
El cielo está detrás.
Pero hay que dar un primer paso para llegar a él.
Muchas gracias por tu comentario.
DosMil besos.

Pedro M. Martínez dijo...

Arantza G., me gusta más que el tántrico, demasiado reposo.
Todo sea por la literatura.
Gracias por no aburrirte.
Buen sábado.
Y domingo.
Cuidado con el ciclón
Besos

Pedro M. Martínez dijo...

marina, hay actividades que prefiero hacerlas despierto que soñando.
Pero respeto todos los gustos.(casi todos)
Buen fin de semana para vos, dama bella.

Pedro M. Martínez dijo...

No creo casi nadagaia07.
Ni en casi nada, ni en casi nadie.
Dudo incluso que este sea yo.
Pero eso nos llevaría a sesudas conversaciones sobre esto y aquello.
Prefiero poner en práctica lo que escribo.
Un beso lento, lento.

Tempero dijo...

¿Llego tarde? Mi coche es despreciable, incorregible. Y mira que le había dicho que tenía que llegar a tiempo, que ellos ya habían salido y él diciéndome, que no, que seguro que se han detenido, y yo, que me da igual, que yo soy puntual y quiero estar a la hora. Pero lo malo de las horas es que se desgranan tanto que no sabes si estas en los segundos, en los minutos o en los años. Y con mi coche es que sucede cualquier cosa, unos dicen que por el no pasa el tiempo, sí, coño con que por el no pasa el tiempo, pero la pereza siempre le conmina. Creo que no he llegado a tiempo. Es de noche. El coche se detuvo en cada ola, como si el mar entrase en su motor y le dijese: vas a andar a mar en vez de a petróleo. Y ya ve usted, un empacho de mar es lo que traigo. No importa, pase, pase y cuénteme como era esa dama con quien vino, me pareció una sirena.

Pedro M. Martínez dijo...

Lo era Tempero, y me dejó los labios salados y escamas ente los dedos. Llegó nadando a mis sueños o a mis deseos y onduló tempo y tiempo hasta que no supe si me había ahogado o aquello era el cielo del mar. En cualquier caso creo que el subconsciente equilibra las frustraciones y ya que la marea no llega hasta mis pies sumerjámonos en la corriente que nos lleve a otros océanos, con peces de colores y tritones musculosos, con Neptuno sonriente y ese coche que dices, con el que transitas por mis caminos llenos de curvas y esta ronda la pago yo. A nuestra salud.

cristal00k dijo...

Tus idas de olla oníricas, son pericolosas pero ambién geniales. Así que Gestión documental" ¡quien lo diría...!
Me sigues superando.

Pedro M. Martínez dijo...

Vamos a ver cristal00k, explícame –por favor- eso de ¡quién lo diría...!
Ah, y no intento superar a nadie (que no se deje)

Ay.
jajajajajajjajajajajaja

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