jueves, 2 de julio de 2009

Cuento de otra selva.

"...a saber por qué pero tan bonito ver que el flequillo de Lina se alza un poco y tiembla como el soplido devuelto por la mano y por el pan fuera a levantar el telón de un diminuto teatro, casi como desde ese momento Marcelo pudiera ver salir a escena los pensamientos de Lina, las imágenes y los recuerdos de Lina que sorbe su sopa sabrosa soplando siempre sonriendo".
(Julio Cortázar - Lugar Llamado Kindberg)

El amor acechaba como una fiera oculta entre las altas hierbas de aquellas primeras citas, con intercambio de recuerdos y galanterías. Desayunaban en el viejo café y la mañana se detenía con misericordia ante sus miradas que apenas podían contener el fuego que comenzaba a arrasar los matorrales de su espera.
Se amaban aún antes del encuentro, cómplices de un delito no cometido, compañeros en un viaje que no había comenzado, barco en el puerto, manos no estrechadas, piel ajena a la otra piel.
Un día se besaron y nació el universo, cada cosa tuvo su nombre, un sol nuevo iluminó el paisaje donde hervían emociones no presentidas, deseos recién descubiertos, el sentimiento creciendo como una selva que se tragó todo rastro de cordura y ahí quedaron, perdidos y enamorados en el centro de un bosque interminable, sin salida, devorándose mutuamente hasta ser uno.
Algún viajero les ha visto, ensimismados, silenciosos, insensibles a todo aquello que no sea su sombra unida oscilando en la pared del mañana.

Un momento, un momento, me comunican que este cuento, lo que cuenta, está caducado, que los personajes están en el extranjero, que el extranjero es un lugar perdido entre el entonces y la realidad.


Atención, más noticias, se ha sabido en las últimas horas que la realidad está al principio, que el amor acecha como un fiera insaciable.



6 comments :

Tempero dijo...

La acechanza, en el mundo animal, siempre parte de unas posturas que atienden al camuflaje, a la aerodinámica, al silencio, a la capacidad del salto, a la longitud de la lengua (en el caso de ser camaleona). En nuestro mundo, las posturas se imprimen tras haber acechado, teniendo en cuenta que las altas hierbas suelen quedar aplastadas tras el fuego. Pero éso era entonces cuando se hacía el amor en las cebadas.

Gracias por dejarme a Riqueni en tu otro blog y se lo recomiendo a tod@s. Verán qué belleza. Y aaquí dejo este enlace de una canción con un título sugestivo: 'Y enamorarse', es un título de hace, de entonces, pero es como si fuera de ahora. Son unas alegrías.

http://www.goear.com/listen/2c25f9e/Y-enamorarse-Rafael-Riqueni

Anónimo dijo...

Tengo una orquidea, o quizás debería empezar a decir que la tenía, para ir haciéndome a la idea. Me ha estado toreando: las lucidas flores que tenía cuando la compré, se me fueron amurriando una a una, con una lentitud tortuosa, la muy guarra.

Perdí toda esperanza cuando se me murió la última flor...y de pronto, empezaron a brotar capullos, ocho, diez, doce, una explosión de vida, y mis esperanzas renacieron.

Pero llegaban a un punto en el que se iban secando, y fueron cayendo, uno a uno. ¿Demasiada agua? ¿Demasiada poca? ¿Demasiada luz? ¿Demasiada poca? Probando, probando.

Los del extremo de la rama eran más vigorosos, de mayor tamaño...volvieron a renacer mis esperanzas: había acertado con la dosificación justa de luz y de agua.

Ayer empecé a notar los primeros síntomas de deterioro, pero no quise verlo, me negaba. Hoy eran demasiado evidentes. Sabiendo que era demasiado tarde, aún así, la he dado de beber: "¡No te vengas abajo!" Me he dicho a primera hora de la mañana.

En mi última visita, he gritado al capullo: "¡No, no me vas a hacer dar vueltas alrededor de ti, preocupada, angustiada, diciéndome que no y un rato después, reconociendo que sí, que te estás muriendo!"

Y de repente, lo he arrancado y lo he tirado a la basura. Quedan diez, más o menos, y tienen un aspecto sanísimo. En cuanto empiecen con el primer síntoma de deterioro, los arranco de cuajo, sin piedad, eso si no tiro la planta entera a la basura.

Esto, hace un mes, impensable en mí. Y escribir un texto sobre capullos y no aliviar la tensión, la propia y la ajena, con una gracieta alusiva, más impensable aún.

Estoy por decidir si la orquídea me simboliza a mí o a él.

Insignificante dijo...

Tengo una orquídea (Cypripedium Calceolus,http://www.rhodoniagara.org/BP/Cypripedium_calceolus_03-09.jpg) a la que le digo 'nunca cansas, siempre lista'. Siempre está fresca, esculpe su cuenco vegetal y me lo proporciona, cuenco, crisol, soleada en un ambiente donde la humedad debe ser la apropiada, por eso yo llevo permanentemente mi higrómetro, y si el ambiente es seco cojo y rasco el cielo, las nubes si fuera necesario, quiero que no, que no se marchite mi orquídea, que hable por sus colores, que felicite a las mañanas, que sea significante, que para eso uno lo es, más allá de lo querido, debido, y que para eso está el campo, no para especular, para ser rigurosos con los minerales, con los grupos salvajes que hacen de la flor una dentellada.

gaia07 dijo...

Cada vez que levantas la tapa de un libro encuentras un lugar perdido en el extranjero. Sería mágico encontrar en el que está la selva para hacer renacer el universo cada vez.

Leerte es otra magia que te lleva cada día a lugares perdidos y te vuelve a conectar sonriente con la realidad.

Un besazo.

Shandy dijo...

El amor es un fiera acechante, es el cuento de nunca acabar, es un canto de sirena,dulce y trágico a la vez. El Amor es Una y Mil noches más:

Principio del libro:
"Y esperamos. A veces es algo áspero este roce del corazón. Todo por fuera esta inmutable y algo por dentro roza. ¿Qué será? Un gran aletazo del amor nos sacará a la luz. Quedará todo limpio. Allá en nuestro rinconcillo, el amor sigue. Oh, campo, esta hermosura no tiene página ni espejo y sólo a veces, se deja seducir por el temblor de la palabra, por la imitación de la poesía. Pero ¿recogerte, encerrarte? ¿Quien pone puertas al campo?"

Final del libro:
"No se desdobla,sino que recrece y sigue, tierra y planta, libertad segura que sabemos".

Un beso, Pedro. Sigue tirando del hilo del amor ( y también de otros)

pepa mas gisbert dijo...

El amor más fuerte, quizás incluso el amor verdadero, aquel de antes del encuentro.

Saludos

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