viernes, 31 de diciembre de 2010

Carta a los siete mares.


Terminaba el año, como ahora, y en tierras de la vieja Hispania antes que llegue la noche, Décimo Junio Brutio orderna a sus soldados encender hogueras sobre el acantilado para avisar de las puntiagudas rocas a las naves que viajan sobre olas, entre ballenas.

Sobre el Promontorio Sacro mira al inmenso mar. El sol desaparece más allá de las aguas, incendia el horizonte, crepita el océano y el tribuno sabe que ahí finaliza el mundo. Erige un monumento de piedra que apunta al cielo. Ordena sacrificios a los dioses. Sin saberlo inaugura un camino, su final, Finisterre es el final del camino.

Para Teresa fue un principio, en aquel lugar, bajo el faro, quemó sus miedos, los aventó sobre la espuma del mar embravecido y volvió sobre sus pasos sin mirar atrás. Ahora camina tan rápido que apenas puedo seguirla.

Termina el año, tantas semanas, tantos meses y no he aprendido nada. Recuerdo que una vez salté sobre una hoguera y me quemé el culo. Por eso ya no salto, aguanto los días, busco, camino, intento, hago absurdos cálculos, me equivoco, insisto, enciendo luces, me ilusiono, me canso, he llorado, no aprendo, cándido, quiero controlar lo incontrolable, estoy vivo.

Siempre se van los mejores, dije que dicen, no, los mejores somos los que seguimos, los vivos, los únicos susceptibles de mejorar, de aprender a ser más felices, con capacidad de hacer felices a los otros, a los Otros, a nosotros.

Termina el año, apenas un tránsito, un día más, una celebración, cumpliremos los ritos, brindo con todos por un magnífico 2011, ojalá sea mejor que este, o igual por lo menos, os deseo lo mejor, os abrazo, os animo a disfrutar cada día de este próximo año como si fuera el último, nos queda la esperanza. Os quiero.



Te llaman porvenir
porque no vienes nunca.
Te llaman: porvenir,
y esperan que tú llegues
como un animal manso
a comer en su mano.
Pero tú permaneces
más allá de las horas,
agazapado no se sabe dónde.

!Mañana! Y mañana será otro día tranquilo
un día como hoy, jueves o martes,
cualquier cosa y no eso
que esperamos aún, todavía, siempre.

(Ángel González)

jueves, 30 de diciembre de 2010

Del Pagasarri al Everest.

La montaña siempre ha sido mi pasión.

Salimos de madrugada para intentar alcanzar el campamento dos antes del anochecer. Al principio la ascensión era prolongada pero no demasiado dura. Aún había árboles, vegetación, huellas de pequeños animales.

Éramos siete integrantes, tuve una inmensa suerte que al final me admitieran en la expedición. Al ser el novato debía ir el primero, marcando el ritmo. Al mediodía paramos para reponer fuerzas, comer, beber agua, apenas hablábamos.

Reanudamos la marcha, el paisaje había cambiado, alrededor solo nieve y roca, un camino duro por hacer, la cumbre estaba lejos.

Lo había leído en algún libro pero nunca me lo acabé de creer. Un hombre de las nieves. Era imposible que en este lugar tan inhóspito pudiera vivir alguien.

Paso a paso, ensimismado, subía fijando con fuerza los grampones, tanteando con el bastón por si hubiera algún agujero oculto. De vez en cuando miraba hacia atrás, a mis compañeros.

Entonces lo vi, un ojo, grande, con marcadas venas, su cuerpo cubierto de largos y gruesos pelos blancos le hacía mimetizarse con la nieve. Escuché el silbido del viento, giré la cabeza y ya no le vi. Seguí caminando, asustado, era cierto existía.

Comenzaba a anochecer y llegamos al campamento dos. John Larrínaga no llegó. Ninguno de nosotros supo que le había pasado, era el que cerraba la marcha. Consternados supusimos que había caído por una sima. No dije nada del ojo que había visto, de aquel ser increíble.

Acurrucado en mi saco apenas pude dormir, la siguiente madrugada partimos hacia el campamento tres. Ya no podía volverme atrás pero, de golpe, había dejado de gustarme la montaña.



miércoles, 29 de diciembre de 2010

Glup en Goear.


Este medio blog sorprende día a día. Produce tal cantidad de relaciones, cruces, coincidencias, descubrimientos, que es difícil permanecer indiferente, la vida es un link.

Hace un tiempo entré en la página de Llaeza, comenté, me comentó, nos comentamos, nos escribimos, nos descubrimos, nos encantamos. Un día vi su fotografía y me horrorizó, no tenía brazos.

Meses después viajé a tierras asturianas para conocerla personalmente. Tenía brazos, dos, era encantadora y podía ser mi nieta.

Con todo ello comenzó una buena amistad de la que me siento muy afortunado.

Por su parte fue tan generosa qué, entre otros muchos regalos, recitó y subió uno de mis textos a Goear.

Ayer, buscándome en Google (es en uno de los pocos sitios en que me encuentro) descubrí con sorpresa que desde el 31 del 01 del 2007 han entrado 1659 personas.

Además de agradecer a Llaeza su trabajo me surgen muchas preguntas sobre esos visitantes:

  1. ¿Cuántos me han escuchado?
  2. ¿Cuánto tiempo?
  3. ¿Se habrán equivocado de Glup?
  4. ¿Quién soy, dónde voy, de dónde vengo?
Puedes verlo aquí:   Goear

O leerlo aquí Glup 2.0


O escucharlo aquí








martes, 28 de diciembre de 2010

Desagravio a una lectora japonesa

la poesía
dice honduras que a veces
la prosa calla

(M.Benedetti)


En aquella lejana época de navegante solitario recalé en una isla al norte del Japón, con playas milagrosas bañadas por un océano donde flotaban mis pecados y los blancos salvavidas de un barco embarrancado.

Viví un tiempo allá, tierra adentro. Aprendí algo de japonés, la técnica esencial del harakiri y como desabrochar los botones de un kimono sobre un maniquí.

Aquella estancia –y una geisha luminosa- me inspiraron un largo relato que titulé “Último naufragio”, que no recuerdo si terminé de escribir o si sigue, inconclusa, rebelde, en algún cajón. Tampoco recuerdo si fui expulsado por belicosos samuráis o si en la estación de los monzones me fui nadando entre las olas del alba. Cierto es que no fue una salida honrosa, resulta duro para mi orgullo de gallo y se borran los recuerdos entre bailes de mariposas amarillas.

A veces hablo de esa isla, con exquisito cuidado, con otros nombres que invento. Su configuración geográfica es propensa a los terremotos, sus ríos y montañas tiemblan al paso de los monstruos Godzilla, su clima se altera con los suspiros del sol naciente y torna en lluvias torrenciales. Cosas de las islas sensibles.

Cuento esto ahora que a una lectora –casualidad- japonesa, con el mismo nombre que esa isla, no deja aquí sus comentarios pero sí su disgusto. No tengo pruebas, pero estoy seguro que ella está aún allí, en el lejano Japón, que me conoció en aquel viaje, que quizás la ha enviado la Yakuza (やくざ) para cobrar tantas facturas que dejé impagadas en los mostradores, que guarda una daga entre sus ropas negras, que debo estar atento en las esquinas. Ay.


Es difícil mantener un blog a gusto de todos.
Esto intenta ser un desagravio.
Algunas lectoras japonesas son rencorosas.
Esta es bella.








lunes, 27 de diciembre de 2010

Ensimismada.


 Ella es bella como una libélula ensimismada pellizcándose de nostalgias, ha diseñado su propio laberinto de pasillos nerviosos y paredes ondulantes, sabe que nunca encontrará la salida, a lo sumo una puerta falsa a un cobarde mar con resacas y surfistas ciegos, se sienta en una silla de enea y sube y baja la lámpara mientras vigila la raya de la tristeza, aunque desde que hizo el cursillo de autoestima se quiere más, se ha enamorado de sí misma, se mira al espejo y se dice piropos suaves, se quiere tanto que vive en una casa desierta entre cuatro mares, no soporta a los otros, a esos/alguien le dijo una vez, en otro siglo, antes, cuando solo había una cadena de televisión, un telediario, un periódico, una idea, que en la estepa de los sueños no existía el sexo, que esa actividad era apenas una excusa para perpetuar un apellido, un instinto, la idea, alguien que te marque el teléfono cuando ya no tengas dedos, ella que es bella como un paisaje de Islandia se lo grabo en los muslos, se lo lee en la ducha y lo ha bordado en un estandarte que pasea en los bautizos y los funerales, que se cose en el pecho –qué dolor- en las noches de autocompasión y lágrimas por los fracasos del mediodía, por los pájaros con cabeza de hombre que vuelan por su jardín, por la bruja que mordisquea una manzana envenenada y roja ajena a pulsos ajenos// la muerte es apenas un pequeño perro negro y fiero, un perro enano y feroz que la acompaña es sus paseos solitarios entre las flores de sal y vinagre, digamos que ella es bella de una belleza entre Ava Gardner y Amanda Seyfried, de una belleza de herencia, con fotos perdidas en una carpeta verde, con recuerdos amarillos y vaya usted a saber, que la edad está en el DNI y en el fondo de los ojos, que la malicia corre por una carretera seca, bacheada, no apta para caminantes de mochila, para náufragos, para poetas que confundan el edén con Satán, para aquellos que sean capaces de embrujar las certezas y el desconcierto, de cambiar el curso de los ríos, de llevar en la punta de los dedos un terremoto o una llave, una caricia, un remedio o el plano que de fin al laberinto ///todo funciona mientras sirve la palabra, la palabra sirve mientras funciona, en el corazón de lo que se dice está cómo se dice, ríos dulces de un paladar a otro cuando luchan las lenguas, baño de jugos emanados, la palabra es una puta con bragas negras y zapatos de tacón que sonríe con malicia y nos engaña, que nos cobra con creces sus favores, sus mentiras, que nos vende amor iluso, bah, la palabra //// ella, decía, es bella como una ceremonia de pasión, como dos cuerpos desnudos dándose mutuo abrigo, como un caballo dormido bajo la lluvia de Galicia, como la risa de después, cuando todos se han ido y la Navidad ha pasado, los platos sin recoger, los cubiertos alineados, comida aún para el lunes, el salón con olor a tabaco y humo, un señor que nadie sabe quién es dormido en el sofá, hay una barricada en el pasillo, los ojos de las vecinas con miradas feroces en el ascensor, ironía en las pupilas, un canario en la cabeza, alimañas corriendo por el portal y ella, bella hasta la rutina, distante como una poseedora de rayos X en los ojos, que me ve sin verme, sentada en un tejado desgastado, llena de frío y miedo, con los brazos tendidos a la luna, a esta parte de Gibraltar, ensimismada, sola, bella, ella.


domingo, 26 de diciembre de 2010

sábado, 25 de diciembre de 2010

Luis Rosales

Nocturno de la cal y la hiedra
y el muro
mar sin escalas.


esquina de anocheceres
que ancla en sexo de mujeres
jarcias ansiosas de talas
cal de tu grito sin alas


¡cuando los perfiles puros!


turbios faroles maduros
y esferas de sangre densa
que arrojan islas inmensas
sobre el Atlas de los muros


Ayer, las casas tranquilas
triunfaron tus desniveles
plenos sus húmedos rieles
de pestilentes pupilas
Limpia angustia que desfilas
por mis arterias –reflejo
de su angustia y espejo
de inmovilidad azogado,
aurora de sol mojado
y holanda de puente viejo.


Por ti misma enajenada –
serás de mimbre y de piedra
-gritos de cal - en la hiedra
presente y martirizada.
¡cómo te quemas – Granada –
sobre sábanas sencillas!
¡y no habrá luz de semillas
que empolve mis convulsiones
en la casa con balcones
y ventanas amarillas!


Luis Rosales.

 
Pablo Neruda sobre Luis Rosales: 

«¿Qué decir de Luis Rosales a quien yo conocí naranjo, recién florido en aquellos años treinta, y que ahora es grave poeta, exacto definidor, señor de idiomas? Ahora lo tenemos lleno de frutos, exigente y profundo. Atravesó este mortal antipolítico el momento desgarrador de Andalucía y se ha recuperado en silencio y en palabra. Salud, ¡buen compañero!» 


viernes, 24 de diciembre de 2010

Felicitación


Tus ojos
que están llenos de selvas y son un manifiesto,
desordenadamente
me hacen aventurero
                                             y revolucionario

Luis García Montero.

Mis felicitaciones más cordiales.

Feliz Navidad




jueves, 23 de diciembre de 2010

Verba volant, scripta manent.

Desaparecen las palabras y permanecen los escritos.


Este camino mío está plagado de huellas – el buey siempre pisa en la huella del buey- , pero sé muy bien que media hora después del último post, cuando aún está caliente, nadie recuerda lo leído ni a quién escribe. Hablo en primera persona pero es extensible a todos los escritores y lectores de blogs que son y los que en el mundo han sido.

Es lógico, estamos cambiando a una velocidad tan vertiginosa que lo que el martes podía ser nuevo, moderno, rompedor, diferente, original, (en general), el jueves ya ha caducado, no existe, está superado. Gracias a LinkWithin me leo en textos antiguos. ¿Quién era el que escribió aquello?, ni siquiera me reconozco, no sé de qué hablo, qué experiencias motivaron aquellas líneas, que exaltación o rutina guiaron mi mano. ¿Quién es el que escribe ahora?

A la rueda, rueda, el que no quiera leer que no lea. Libertad absoluta. Si estás aquí no puedes estar ahí. Por eso valoro tanto a los que (me) leen, a los que se toman el trabajo de comentar. Por eso estoy cautivo de quiénes me abren su corazón y conquistan el mío.

En estos días de concordia y paz me abrazo (uno a uno, sin aglomeraciones) a todos los que entran a esta página. Os deseo lo mejor ( a saber qué es lo mejor), todo aquello que cada uno desee (incluido lo imposible). Noche de Dios, Noche de Paz, mañana.



Beatus ille

No he de callar, por más que con el dedo
o con la mano prieta me amordaces.
Orgullosa estaré, aunque disfraces
los vaivenes certeros donde cedo.

No he de callar, y en tan airoso ruedo,
cuando cerques mi orgullo y atenaces
mi fuste en altivez, cuando amenaces
no rendiré ni almena ni mi credo.

Y pues que en soledad luces mi arcilla
y te mantiene el deje de mi lumbre,
sigue frotando siempre, no hay mancilla.

No ha de mudar el tiempo tu costumbre
de alumbrarme en el gozo, ¡oh maravilla,
herida o sima y sin embargo cumbre!

María Rosal

Ah, se me olvidaba, mañana como regalo navideño dejaré mi fotografía.

miércoles, 22 de diciembre de 2010

En invierno.

(John Bulloch Souter)

Esta madrugada ha entrado el invierno, con nocturnidad y alevosía, nadie se explica cómo ha sido. Como un huésped incómodo al que no hemos invitado, se quedará durante tres meses con su carga de lluvia, frío y nieve. Ya falta menos para la primavera.

Recuerdo el invierno en que conocí a Begoña.

Era dulce, diminuta, una muñeca rubia de voz suave y piel pálida, con movimientos elegantes, como una bailarina de ballet, con unos ojos que se comían el mundo a mordiscos pequeños, sobre todo con una ternura que me conmovió.

No sé cómo pudo fijarse en mí, un engreído bebedor de ron con Coca Cola que jugaba a las cartas en un garito de Campuzano, que hablaba alto y cantaba canciones de Larralde, que acababa de salir de un tormentoso idilio y que estaba roto (aunque me hubiera dejado cortar un brazo antes de reconocerlo). Tampoco sé qué hacía allí.

Me miró, le miré, dejé la partida, en la barra del bar hablamos, me desarmó, me conmovió, me sedujo con sus modales de niña buena, me domesticó y supe estar tranquilo, quitarme la máscara, abrirle mi corazón.
Paseamos hasta su casa, la de sus padres, en un lujoso piso del centro de Bilbao. Hicimos el amor en el portal, detrás de la caja del ascensor, desafiando a los posibles vecinos trasnochadores que regresasen a deshoras. Con incomodidad y frío, inventando posturas inverosímiles, como compulsivos amantes ocasionales, devorándonos en besos y caricias.

Esa fue la primera vez. Durante varios días nos hablamos y conocimos, nos amamos en lugares más discretos, más cómodos, más calientes. Abrazados, me contaba su vida, estaba de vacaciones en la casa familiar y después de Reyes debía volver a su trabajo en Madrid, a su vida.

Me confesó que tenía novio, que le maltrataba, que no podía dejarle porque era el hijo de unos íntimos amigos de la familia, que se conocían desde niños, que era un noviazgo anunciado, convenido, que él consumía substancias no recomendables y de ahí su violencia.

Me contó de su rebeldía, de su estancia en un correccional, que una de las monjas, joven, bella sin toca, se metía en su habitación y en su cama todas las noches. Que ella se sentaba junto a la ventana, con rabia, despierta, imaginando una cruel venganza que nunca se produjo. Pero el acoso duró seis meses.

Me habló de sus padres, que no le querían, que al menos ella no se sentía querida. Me relato, una tras otra, una cantidad tal de desgracias que parecía imposible que en aquel cuerpito tan bello, tan tierno, entrase tantas calamidades. En algún momento pensé que las inventaba. Seguíamos amándonos intensamente. 

Una tarde, hacía un frío de mil demonios, no vino a la cita, esperé en vano. Al día siguiente pregunté a la portera de la casa si sabía dónde estaba Begoña. Me dijo que se había vuelto a Madrid con toda la familia, que algo había ocurrido, que el piso estaba en venta. 

Lo confieso, me dejó tocado, ese fin de semana me fui a Madrid. Como un sonámbulo paseé por las calles donde me dijo solía alternar. No sabía más. No la encontré, nunca más supe de ella. Volví a Bilbao. Seguí jugando a las cartas en el garito de Campuzano, tomando ron con Coca Cola, indiferente a las miradas de las chicas rubias de piel suave, un engreído que reía, hablaba alto y tenía el corazón roto. Una historia triste, para mí, aquel fue un duro invierno.
 





Alfred Dreyfus

Militar francés (Mulhouse, Alsacia, 1859 - París, 1935). Pertenecía a una familia judía que abandonó Alsacia cuando fue anexionada por Alemania tras la Guerra Franco-Prusiana (1871). Siguió la carrera militar, adquiriendo el grado de capitán del ejército francés en 1889. Estaba destinado en el Estado Mayor cuando, en 1894, estalló el caso Dreyfus: el espionaje francés descubrió que los alemanes habían recibido documentos secretos entregados por un militar francés; una torpe investigación llegó a la conclusión de que Dreyfus era el culpable (sin más indicios que un leve parecido caligráfico). Un consejo de guerra le condenó por traición, fue expulsado del ejército y enviado de por vida al presidio de la Isla del Diablo (Guayana). 

Pero Dreyfus, que era inocente, nunca admitió las acusaciones que se le hicieron. Su familia siguió intentando probar su inocencia y poniendo de manifiesto las irregularidades del juicio (como que Dreyfus hubiera sido condenado por un informe del Servicio de Inteligencia que nunca fue comunicado a la defensa); pero tales denuncias eran descalificadas como maniobras de un grupo de presión judío que intentaba desacreditar al ejército y a las más altas instituciones de la nación. 

En 1895 cambió el jefe del servicio de Inteligencia militar y el nuevo responsable descubrió que el verdadero culpable era el mayor Esterhazy y que Dreyfus había sido víctima del antisemitismo del anterior jefe de Inteligencia. Esterhazy, protegido por los militares reaccionarios, antisemitas o corporativistas, consiguió ser declarado inocente en 1898. 

Pero la opinión pública ya se había dividido sobre este tema, enfrentándose los partidarios de revisar el caso -dreyfusards- y los de cerrarlo: en el primer bando se agrupó la izquierda de convicciones democráticas y republicanas, en defensa del Estado de derecho y de los derechos del Hombre; y en el segundo la derecha nacionalista, teñida de antisemitismo y de tendencias autoritarias, más propensa a comprender la «razón de Estado» y a defender las instituciones conservadoras frente al avance de la modernidad. 

El escritor Émile Zola y los líderes políticos Jean Jaurès (socialista) y Clemenceau (radical) encabezaron la causa de los dreyfusards a partir de la publicación en el periódico de este último (L’Aurore) de una carta abierta de Zola al presidente de la República (titulada «Yo acuso»), en la cual acusaba al tribunal que juzgó a Esterhazy de haberle declarado inocente a sabiendas de que era culpable. 

De los medios anti-dreyfusards surgió el nacionalismo integrista de Charles Maurras, que en 1898 fundó el movimiento fascista Action française. En aquel mismo año uno de los oficiales que habían participado en la manipulación de las pruebas confesó para después suicidarse y el caso fue reabierto; pero, puesto que estaba en juego el «honor» del ejército, un nuevo consejo de guerra volvió a declarar a Dreyfus culpable, aunque atenuando la pena a 10 años de cárcel (1899). Hubo de ser el presidente de la República el que le otorgara el indulto. 

Dreyfus siguió luchando por demostrar su inocencia, lo que consiguió finalmente en 1906 (ante un tribunal ordinario): fue reintegrado al Ejército con todos sus honores, para retirarse poco después (sólo volvió al servicio activo para luchar contra los alemanes durante la Primera Guerra Mundial, en 1914-18). El caso había servido de pretexto para un pulso entre el «bloque republicano» y la derecha francesa, saldado con el triunfo de los primeros, que procedieron a redefinir la Tercera República en 1902-06 en un sentido laico y progresista.


martes, 21 de diciembre de 2010

Dos más uno.


Il faut brûler pour briller



La vida es aburrida sin secretos.

Todos tenemos secretos.

Hay un tipo de secretos que no importan a nadie.

Los importantes, los verdaderamente importantes son los que se refieren a la fórmula dos más uno.
Lo peor de ellos es no poder contarlos.

Cuando se cuentan, cuando se saben, pierden ese carácter que nos interesa, especial, mágico, misterioso, inquietante.

Hay que matizar que en ese dos más uno debe haber cama, si no la hay es un secreto light, una minucia, bah, una porquería de secreto.

No es tarea fácil, se debe tener una habilidad especial para poder escribir sobre este tema diciendo sin decir, pasando por él de puntillas, sugiriendo, descorriendo un velo que enseñe lo accesorio pero que tape lo fundamental, como en las películas antiguas.

Por ejemplo, hay quién está enamorado de su esposa. La quiere tanto que le gustaría que fuese la mujer de alguno de sus amigos para conquistarla en las tediosas cenas de los viernes. Su psiquiatra le dice que deben ampliar el número mensual de sesiones. Él está de acuerdo.

Hay tíos raros, especiales, que siempre quieren lo que no tienen, incluso cuando lo tienen. No saben nada de matemáticas, solo saben contar hasta diez, lo que tampoco saben es si la suma la hace él o ella. Mejor no contarles nada, suelen ser de lengua larga y terminan disculpándose, ellos no entienden de sumas complejas, ellos son  de los de al pan, pan y al vino, vino.

Hay personas que no quieren un amante. Quieren alguien que sea su padre, su madre, su hijo, su hija, incluso su abuelo, pero después de hacer el amor. Es decir, durante son amantes, antes y después su figura es otra, mejor dicho la del otro/a. Y, claro, estas historias es mejor llevarlas en secreto. Es más, alguna que he contado aquí no se la ha creído nadie.

Que también, contar aquí lo que no pasa como si pasase comporta un esfuerzo de imaginación importante. Y tengo un problema, se me está quedando pequeña la cabeza (por dentro). Noto una preocupante reducción de mi masa cerebral, de mi imaginación, de los secretos que dejan de serlo (porque me entero de ellos), incluso de las ganas de contarlos.

Aviso: desde hoy solo escribiré cuentos de hadas, pero si algunos de mis amables lectores/as quiere contarme un secreto puede hacerlo con la seguridad que lo escribiré para publicarlo aquí. (Tu no, Puri, que el otro día mi santa se mosqueó cuando llamaste a las tres de la madrugada. No se creyó lo del cliente que quería cambiar de programa de contabilidad) 


La Matanza de la Escuela Santa María de Iquique fue una masacre cometida en Chile el 21 de diciembre de 1907. En estos eventos fueron asesinados un número indeterminado de trabajadores del salitre de diversas nacionalidades que se encontraban en huelga general, mientras alojaban en la Escuela Domingo Santa María del puerto de Iquique. Los eventos que configuran los hechos, suceden durante el auge de la producción salitrera en Antofagasta y Tarapacá, bajo los gobiernos parlamentarios. La huelga, provocada por las míseras condiciones de trabajo y explotación de los trabajadores, fue reprimida por medio del indiscriminado uso de la fuerza armada por parte del gobierno del presidente Pedro Montt.

El general Roberto Silva Renard, comandando las unidades militares bajo instrucciones del ministro del interior Rafael Sotomayor Gaete, ordenó reprimir las protestas, matando a los trabajadores junto con sus familias y dando un trato especialmente duro a los sobrevivientes.

Habrían sido asesinados entre 2.200 y 3.600 personas, donde se estima que un alto número no determinado, eran peruanos y bolivianos quienes a pesar del llamada de sus cónsules se negaron a abandonar el movimiento . 

lunes, 20 de diciembre de 2010

Tardanza.


La Rosa se marchita
y es engendrada de nuevo
por su semilla con naturalidad
pero adónde
acudirá
salvo al poema
para no sufrir merma
en su esplendor

William Carlos Williams



Es demasiado tarde para llegar, demasiado temprano para irse.
Me amputaré los recuerdos, los cortaré como si fueran los dedos de una mano, con sufrimiento, sin piedad, con terca crueldad.

Con reverencia incrusto relojes en los cuadros colgados en el pasillo de mi casa. Allí están los que ya no están, se están borrando sus rostros con el salitre del tiempo.

Busco cetáceos de ternura en las playas del norte.
Hablo y hablo con el viento en contra,  la boca llena de guijarros, me golpeo la espalda con cuerdas, mis palabras al borde del vacío.

¿Sirve para algo este río que no cesa?

Me llegan cartas con asuntos que no entiendo, que no quiero entender, que no me entienden.
Debo explicar –una vez más- que esto no es sino una luz bailando por el camino, tiempo que huye, una historia quemada, amor menos cero.

Estoy aburrido de ser bueno (¿?).
Rompo todos los espejos.
Estoy cansado de amar.


sábado, 18 de diciembre de 2010

George Carlin - El Sueño Americano






“Dicen que necesitamos más dinero para educación, más libros, más maestros, más escuelas.
Necesitamos más exámenes para los niños y dirán: “Bueno, ya intentamos eso, y los niños no pasan los exámenes” “No se preocupen por eso, vamos a bajar la dificultad”
Y eso es lo que hacen en muchas escuelas.
Bajan la dificultad para que los niños puedan pasar. Más chicos pasan, mejor se ven las escuelas, y todos felices, y el coeficiente intelectual del país cae 2 ó 3 puntos.
Y pronto, lo que necesitará para entrar es un puto lápiz.
¿Tienes un lápiz? Métete ahí ¡Clase de física! Luego todos se preguntan por qué otros 17 países gradúan más científicos. ¡Educación! Los políticos conocen esa palabra. La usan con ustedes.
Tradicionalmente, los políticos se han escondido detrás de 3 cosas: la bandera, la Biblia y los niños.
¡Ningún niño será relegado! ¿O sí?
No hace mucho hablaban de darles ventaja de salida.¡Ventaja! Dejar atrás. Alguien está perdiendo terreno aquí.
Pero hay una razón. Hay una razón para esto. Hay una razón por la cual la educación apesta. Y es la misma razón por la que jamás se arreglará. Nunca se pondrá mejor.
No busquen eso. Sean felices con lo que tienen. Porque los dueños de este país no quieren eso. Estoy hablando de los verdaderos dueños ahora. Los grandes dueños y ricos intereses que controlan las cosas y toman todas las decisiones importantes.
Olvídense de los políticos. Los políticos son puestos allí para darles la idea de que tienes libertad de elegir.
No la tienes. No tienes elección. Tienes dueños. Son tus dueños. Son dueños de todo. Son dueños de las tierras importantes. Controlan las Corporaciones. Hace tiempo que fueron comprados y pagados por el Senado, el Congreso, las Legislaturas, los Municipios. Tienen a los jueces en sus bolsillos traseros y son dueños de los grandes medios, así pueden controlar toda la información que recibes. Te tienen de las pelotas. Gastan billones cada año, haciendo lobby para conseguir lo que quieren.
Bueno, sabemos lo que quieren. Quieren más para ellos y menos para todos los demás.
Pero te diré qué no quieren.
No quieren una población de ciudadanos capaces de pensar críticamente.
No quieren gente informada, educada y de pensamiento crítico. No están interesados en eso. Eso no los ayuda. Eso va contra sus intereses. Así es. No quieren personas suficientemente listas. No quieren eso. ¿Sabes lo que quieren? Trabajadores Obedientes. Personas lo bastante inteligentes para manejar máquinas y hacer trabajo administrativo y lo suficientemente estúpidas para aceptar pasivamente todo ese aumento de trabajos de mierda, con mala paga, más horas, reducciones de beneficios, el fin de las horas extras. Porque son los dueños de este maldito lugar. Es un gran Club y tú no estás en él.
Tú y yo no estamos en Gran Club.
Además es el mismo gran club que utilizan para machacarte la cabeza todo el día cuando te dicen qué debes creer, qué debes pensar.
Y nadie parece darse cuenta. Continuarán obstinadamente ignorantes y aferrados al gran pene rojo, blanco y azul.
Porque los dueños de este país, saben la verdad.
Se llama “El sueño americano”
Porque tienes que estar dormido para creértelo.

George Carlin 

viernes, 17 de diciembre de 2010

Clínica o algo así.



Una triste voz me seduce desde el comienzo del día.
El triunfo está en mi mirada de seda cuando la escucho.
Sigo siendo un estúpido que se estremece.
Anoto las matriculas de los coches que aparcan bajo mi ventana.
El miedo es un cuervo de alas desordenadas.

El poeta con una grieta en el alma acaricia a los perros negros.
Las palomas deliran y chocan contra el cristal.
El vigilante las recoge y protege de los cazadores.
En esta clínica las siete de la mañana es casi media tarde.
Una anciana triste se ha descontrolado y llora.

Una escalera.
Una caída.
La oscuridad.
Un grito.
La anciana recuerda un pasado que se junta con el mañana.
No puede caminar.
Apenas puede pensar.
No sabe que hace en este lugar sin risas.
Sabe que su corazón funciona.
Quizás estar viva sea solo eso.

El poeta tiene un extraño nombre, impropio, absurdo.
Lleva el fracaso en su mirada, no brillan sus párpados, ya no.
Los mansos enfermeros se obstinan detrás de la valla del parque.
Un carpintero atento baila en cruz entre liebres cantarinas.
Estorninos delirantes suben y bajan, cambian la dirección del vuelo.

Mensajeros de la Estigia se plantan frente a la puerta.
Educados, con fingida ternura se cuentan los dedos, esperan.
Estoy en el cañaveral, asustado, escuchando los aullidos.
Ojalá que amanezca pronto.
Así es como es.


jueves, 16 de diciembre de 2010

Accutufare.

 Accutufare { Recibir palos.
                            Apartarse de la sociedad.



Accutufare, que dicen en Sicilia,  no sé con qué acepción quedarme. 

A mi espalda alguien hace muecas, él no lo sabe pero le veo desde el espejo. 

Servidumbre de la rutina. 

Intolerancia en la fronda de canela, exorcizar recuerdos con un prisma entre los dedos que refleje, que refracte, que descomponga los colores y tú –que lees- veas con el ojo del silencio esta estructura de equilibrio entre el vacío, algo así como la peste bubónica, un río de anguilas, un pie que pisa el agua y la habitación vacía.

Nadie salió a despedirle cuando dejó su casa. Algunos me preguntan, sí. Iremos a verle –dicen-. Pero sé que es mentira y los días pasarán lentos, interminables, con las pautas mínimas de dormir, comer, recordar, ni eso, estar vivo, sin más, vegetar.

Tiempo de silencio.

Accutufare, que dicen en Sicilia.
Cuando la desgracia entra en una casa los disgustos vienen seguidos.




“Y volví el rostro y vi todas las injusticias que hay bajo la capa del cielo, y he aquí que había lágrimas en los que padecían injusticias sin que nadie los consolara, y los que cometían la injusticia eran demasiado poderosos. Y alabé a los muertos, porque habían muerto ya” Alfred Döblin, Berlin Alexanderplatz

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