domingo, 27 de mayo de 2012

Moustaki


Moustaki cantaba aquello de Je ne sais pas où tu commences/Tu ne sais pas où je finis pero el tiempo ha pasado y nadie sabe quién era/es Moustaki y mucho menos le importa a nadie saber dónde empieza uno. Saber dónde termina es más sencillo. Un blog es una esquina a la nada. Dejar el alma en un blog es invertir en Bankia, un derroche. Y sin embargo te quiero. El alma está llena de pasodobles, de canciones olvidadas, de gustos bajo la lengua y sobre una cama, desde papillas en una cocina luminosa hasta visitas a hospitales con enfermos que se mueren después de luchar con enfermedades oscuras. Algunos no se mueren, es difícil morir. Y lento. Dans le jardin de l'homme au cœur blessé,/l'herbe est brûlée. Pas une fleur  que también cantaba el de Alejandría, aquel discípulo de Brassens, (¿qué dice este antiguo?) que en un domingo como hoy se llenaría de inspiración con el sol que entra por la ventana y hace que escribir, todavía, sea un absurdo. Que tengan ustedes un buen día.   

“La Alejandría de mi infancia – recuerda – era el mundo en pequeño con todas las razas y todas las religiones. Soy raramente extranjero en alguna parte porque siempre encuentro una referencia con Alejandría en los idiomas que he escuchado ahí, los olores que ahí he respirado o los colores…”



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