jueves, 4 de julio de 2013

Mr. President.


Muchos que filosofan mezclan palabras aceptadas irreflexivamente y forman así proposiciones de diversas maneras hasta que finalmente parezcan significar algo exquisito.  Pero no significan nada. (Don Quijote. Miguel de Cervantes Saavedra)




Al amanecer los monos aúllan en los manglares, quiero ser Presidente de los Estados Unidos de América.

Quiero que Bukowski revivido me vote, y Jean Louis Trintignant, nacionalizado, las buenas gentes de Ohio, de Missouri, de Carolina del Norte, nihilismo y emancipación, el viaje hasta la Casa Blanca como determinación, como se acaricia un sueño, una venganza, peregrino, transeúnte, poner mis zapatos sobre el borde de la mesa de nogal del despacho oval.

Sonidos de cucharillas de plata en platos de porcelana, tarta de arándanos, me corresponde aprender por correspondencia un inglés perfecto, decir yes mientras miento, asiento, sonrío, siento la ontología regional de la liquidez, un Presidente con un búho sobre el hombro del hombre más poderoso del Universo, con un teléfono rojo para, envuelto en barras y estrellas, hablar con Putin de lo nuestro.

Café, tostadas con mantequilla de cacahuete y mermelada de frambuesa, esa, en la juventud del día, mientras decido qué he de firmar, guerras expandiéndose de oriente a occidente, nubes de oro sobre la sangre ajena, diarios con salpicaduras de ojén, extractos de esferas de calor y los congresistas aplaudiéndome mientas viajo en tranvía.

Envejecer el lienzo sobre el que sueño, obtener pigmentos, disolver tinta china sobre tinta vieja, someter al horno la tela donde dibujo este proyecto, pegar pelos de castor canadiense de pinceles ajenos, manipular, elaborar mi candidatura, con un pájaro en la boca quiero ser Presidente (de los Estados Unidos de América), quiero una Lewinsky que saque lo mejor de mí.

Van Meegeren consiguiendo craquelados peculiares de cuadros de turbios anocheceres del siglo XVIII, ser el primero en la cola que hacen los valientes cuando mueren un dictador (Sanguinetti said), orgullo en las arterias, espejos inmóviles, escaleras de piedra y mimbre, balcones amarillos, votantes enajenados, damas de mediana edad con angustia vital, vitalicia, bajo una sábana luminosa quiero que Marilyn me susurre míster President, tener la facultad de pulsar un botón negro y mandar el mundo a picar billetes.

Aunque la lírica de está anábasis, organizada en oleadas salmódicas e iteraciones verbales, esté asaltada por elementos despoetizadores (crónicas y digresiones ensayísticas, cuando no ganga informativa), aunque la fluencia discursiva esté interrumpida por la intersección de planos parece concebida para ser escuchado en recitativos envolventes (*) quiero ser Presidente de los Estados Unidos de América.

(*) de una crítica de Ángel L. Prieto de Paula



Han van Meegeren
Henricus Antonius van Meegeren (10.10.1889 en DeventerOverijssel – 30.12.1947 en Ámsterdam), más conocido como Han van Meegeren fue un pintor y retratista neerlandés, y es considerado como uno de los más ingeniosos falsificadores de arte del siglo XX.1
Cuando era niño desarrolló un gran entusiasmo por los maravillosos colores usados por los pintores de la Edad de Oro neerlandesay más tarde se propuso llegar a ser un artista. Cuando los críticos de arte despreciaron su trabajo, Van Meegeren sintió que su carrera había sido destruida. Por lo tanto, decidió demostrar su talento a los críticos falsificando pinturas de algunos de los más famosos artistas del mundo, entre ellos Frans HalsPieter de HoochGerard ter Borch y Johannes Vermeer. Replicó tan bien los estilos y colores de los artistas copiados que los mejores expertos y críticos de arte de la época consideraron sus pinturas como genuinas y a algunas de exquisita factura. Su falsificación más exitosa fue Los discípulos de Emaús, creada en 1937 mientras vivía en el sur de Francia. Esta pintura fue aclamada por algunos de los más importantes expertos de arte como la mejor obra de Vermeer que habían visto.
Durante la Segunda Guerra Mundial, los neerlandeses adinerados, esperando prevenir una venta total del arte neerlandés a Adolf Hitler y al Partido Nazi, compraron vorazmente las falsificaciones de Van Meeregen. Sin embargo, un "Vermeer" falsificado terminó en posesión del Mariscal del Reich Hermann Göring. Después de la guerra la falsificación en manos de Göring fue descubierta y Han van Meeregen fue arrestado el 29 de mayo de 1945 como colaborador de los nazis, porque pensaron que les había vendido propiedad cultural neerlandesa. Estos crímenes amenazaban con un largo tiempo en prisión así que el asustado Van Meeregen confesó su falsificación. El 12 de noviembre de 1947 fue condenado por falsificación y fraude y fue sentenciado a un año de prisión, los cuales nunca cumplió, porque antes de ser encarcelado sufrió un ataque cardíaco y murió el 30 de diciembre de 1947. Se estima que Van Meeregen engañó a vendedores por varios millones de dólares.

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