lunes, 19 de agosto de 2013

Dominical

Dominical.

Todas las tragedias que se puedan imaginar confluyen en una sola y única tragedia: El pasó del tiempo. – Simone Weil - 


El caso,es que uno viene aquí (también) " para hablar de su libro" y después de chocar contra la pared ("se traspasa", no es cierto) debe dedicarse al viejo truco de esparcir poesía por los campos como un san Isidro sin bueyes ni arado ni mucho menos vocación ni ángeles que le sustituyan en sus fines de no es lo mismo predicar que sembrar trigo o algo así que estas mañanas en calma (ahí fuera el mar en calma, el cielo en calma, al otro lado la calle en calma, ¡qué aburrimiento!) te dejan con ganas de salir a quemar conventos o meterte en un bosque a fisgar pájaros o, que se yo, llamar a las antiguas amantes y decirles que estas vivo, que respiras, que el sol ha salido y las riberas están llenas de cangrejos (ahora no puedo llamar porque en las residencias de ancianos están aún sirviendo los desayunos) y esta llegando el momento de soltar la jauría, restregar los hocicos de los mastines con el olor del fracaso, con el hedor del miedo, gritar en los caminos y correr sin descanso hasta llegar a ningún sitio, ¿dónde estoy?, que los árboles me hablan y la música es esta nota repetida en fa, puro jazz, improvisación de domingo sin iglesias ni mantos morados, comunión de cuerpos desnudos en esta playa, ahí al lado, hay bajamar, las conchas cantan con el leve movimiento del agua verde y fría y hay resaca de alcohol nocturno y bandas con himnos de revolución mientras todos beben y ríen y Egipto, ay, la realidad está tan lejos, las tragedias están lejos (Santiago, aquí al lado, tantos muertos, tantos heridos aún, culpable el maquinista, dicen, un monstruo de toneladas de peso a 200 kms por hora en dos manos y dos ojos y el horror), es domingo y puedo escribir versos, dar besos, olvidarme o recordar, levantar la esquina del misterio o enterrar las voces que por las noches me susurran que la vida es ahora y pasar de puntillas por los hospitales y el miedo, no se vayan a despertar los agoreros y tengamos la fiesta en paz, agosto va, vamos con el (este trasto no me acentúa, a veces si), "dame la mano y vamos a sentarnos bajo cualquier estatua" que anotaba el maestro Pablo Guerrero que le escuché hace poco en el teatro Campos y en mitad de una canción se puso a llorar y ganas daban de subir al escenario a abrazarle, eso, mi abrazo y mi sonrisa, que tengáis un buen día. 





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