viernes, 30 de mayo de 2014

Resortes.


Como señala Jorge Alemán en el prólogo de Psicoanálisis de la Gula de Gisèle Harris-Révidi: “el primer acierto del texto que aquí presentamos es que en lugar de dedicarse, como es propio de los últimos tiempo, a teorizar y pensar clínicamente en la anorexia y la bulimia, dos patologías exitosas en el ordenamiento clínico de los vínculos sociales actuales, se aventura en una genealogía subjetiva del exceso; en este caso, ese que se conoce bajo el nombre clásico de la gula”.

¿Qué es la gula? Una actitud ante la vida, un goce, aire, agua, gusto, aliento, olores... Y palabras, y más palabras.

Acotar lo más posible la pulsión y el placer oral en su trivialidad, hablar de las tres comidas diarias y de su importancia como descarga pulsional es un proyecto que, hasta la fecha, no parece haber atraído a muchos estudiosos.
Y, sin embargo, las representaciones fantasmáticas se crean en la boca, se piensan con la lengua y las papilas. Atravesarán, a lo largo de toda la vida, la cotidianeidad tranquila y, vía afectos, agresividad primaria e identificaciones primordiales, conducirán al mito, a la trascendencia de la ética y de la imagen de los dioses.



Algún resorte oculto ha puesto en marcha este artefacto de pasión y emociones, maquinaria trepidante y magnífica, ruidosa, que nos envuelve en vapores que narcotizan, en un movimiento continuo tan grato, que miramos embelesados, prisioneros de sus turbias poleas, de sus émbolos arriba y abajo, de sus miles de pernos y cachivaches, de los conductos de colores transmitiendo mensajes líquidos.

Pulsemos de nuevo el interruptor, que no se detenga esta mecánica de luces giratorias, de sirenas en la noche, hilos tensados, acero brillante sobre la antigua distancia de un sentimiento dormido y otro y otro. Que el ruido no nos deje dormir. Insomnes. Atentos.

El cíclope vigila en la atalaya.


 Qué buscas por la costa ciega de los inviernos, qué haces entre la gente negra de los teatros, por qué pasas los mares altos de la tristeza llevando sólo un niño muerto bajo las alas. Corta con un espejo tu sobrante de vida, hunde en un agua grave tu corazón de viento y calla para siempre, porque la vida es sólo una variante inútil del azul y la nada. Ya te ha pasado todo, ya le has tomado al tiempo su lánguido cuchillo y su agresivo ramo. Puedes morir despacio, dejando que la noche tome en tus ojos de oro forma definitiva. (Umbral).



jueves, 29 de mayo de 2014

Estado febril.


Termópilas.

Honor a aquellos que en sus vidas
custodian y defienden las Termópilas.
Sin apartarse nunca del deber;
justos y rectos en todas sus actos,
no exentos de piedad y compasión
generosos cuando son ricos, y también
si son pobres, modestamente generosos,
cada uno según su medios;
diciendo siempre la verdad,
mas sin guardar rencor a los que mienten.
Y mayor honor les es debido
a quienes preven (y muchos preven)
que Efialtes aparecerá finalmente,
y pasarán los Persas.
 

(Cavafis)

Cada día algo nuevo, original, diferente, que contraste, epatante, zass, manantiales de palabras bañando, acariciando el desnudo cuerpo de una virgen rubia mientras un dragón verde y negro observa detrás de los matorrales ¡maldito voyeur! Lo leerán los que lo leerán. Cada uno lo interpretará como le parezca. Responsabilidad de ser sujeto poético de uno, de dos, de tres, el resto que lean solos, con sus parejas, con sus tríos, a voluntad.

Distancia. Cercanía. Seleccionar fotografías según mi gusto. Un día pondré la mía para que todos vean quién es el de fuera de la página, desnudo, qué demonios, que se escandalicen los propensos al escándalo. La plenitud del vacío. Vida paralela, uno escribe, otro se libera, al final se ha convertido en una necesidad. El valor incalculable de la rutina. Tristeza de comunicación parcial, sujeta al capricho, a la disposición, al ánimo, al estado de las líneas torcidas o rectas trazándose en un papel blanco con los dedos manchados en miedo, en sueños, en la sencilla necesidad de contar lo de dentro. No tengo ni idea de a quién le interesa. Ni por qué. Ni nada, excepto mi propia necesidad.



Desasosiego. Resumen de lo cotidiano, mundo aparte, paralelo. Recuperación de lo mágico, del interrogante, del anzuelo brillando bajo el agua a la entrada del puerto, de la noche acuchillada por el sexo. “No sabía que escribías, te imaginaba en el sector de volatineros, de los equilibristas, de los que dan saltos mortales.” Y te dan ganas de darle una hostia, zass, en toda la boca, por gilipollas. Tengo un amigo que es escultor, se ha especializado en zapatos femeninos, los hace en forja, con mucho gusto, son zapatos muy eróticos. Jamás hubiera pensado que lo fuera –escultor-, tiene cara de boxeador. Tengo una amiga que es poeta y muy guapa. Tengo dos amigas que son escritoras. Tengo dos amigas que son amigas entre sí y no escriben. Tengo un amigo que es arquitecto y muy buen cocinero, nunca me he parado a pensar si es guapo o feo, ni me importa. Tengo una amiga...no, ya no es mi amiga, pero sigue siendo una magnífica profesional de lo suyo. Tengo un amigo que es mi amigo y me alegro con sus alegrías y últimamente he debido solidarizarme con sus tristezas, con sus desgracias, con sus penas. Cuento todo esto serio, ahogándome a veces en un pozo de sinceridad, a veces roto en resplandores como un pájaro estrellándose contra el cristal de una ventana. 



Firmo con mi nombre. ¿Y ese Glup del blog? Es el nombre que escogí para la página, un nombre sonoro, absurdo quizás, poco serio, pero fue el que me gustó. Con el tiempo ha crecido, lo he cambiado a 2.0. Abismo cotidiano del futuro. El sentido de la vida, pues vaya, casi nada ¿escribiendo aquí se puede encontrar algún sentido? creo que no, hay que salir fuera, buscar, pringarse, escarbar con un alambre en las cenizas, ensuciarse las manos rebuscando en el cieno de los días, de la desilusión, de la alegría, del amor brincando como una cabra loca por los riscos de la ilusión, de la pasión. Fiebre de vivir, me siento pletórico. Besos, preciosas y preciosos, que nadie se sienta discriminado. Puestos en gastos, aprovecho para agradecer los sabrosos comentarios recibidos en este humilde (ya, no te lo crees ni tú, nunca he sido humilde) rincón. A todas / todos, muchas gracias, muy sinceramente (esto si puedes creértelo).




Vuelve a menudo y tómame,
amada sensación, vuelve y tómame -
cuando del cuerpo la memoria se despierta,
y un antiguo deseo vuelve a pasar por la sangre;
cuando los labios y la piel recuerdan
y las manos sienten como que tocan otra vez.
Vuelve a menudo y tómame en la noche,
cuando los labios y la piel recuerdan...

(Cavafis)


miércoles, 28 de mayo de 2014

Colmena.



Cae la noche y me he perdido en un laberinto de casas iguales, el mismo ladrido en cada jardín, idénticas columnas de humo por las chimeneas, árboles gemelos, una risa acá, silencio bajo las farolas.


Ella está ahí, puedo oler su perfume leve, escuchar el roce de su piel bajo una camisa blanca, envidiar las miradas que tocan sus piernas cuando se agacha con la bandeja de la cena, odiar la mano propietaria que roza su muslo al pasar.


Oh, dulzura entre los ancianos que ríen en sábados interminables, cae la noche y en mi cabeza aún no amanece.



martes, 27 de mayo de 2014

Cosas del azar.


“El día en que morimos no cantan ruiseñores,
ni nos sostiene en sus brazos el amor,
ni las cuentas están bien saldadas”.

(John Keats)



Una amable lectora de Arabia Saudí me pregunta sobre el azar (no es broma).
A propósito del azar se me ocurren diferentes argumentos.

Viajeros que maldicen en el andén porque han perdido el tren por una inoportuna llamada telefónica (luego este descarrila -el tren-,  cae envuelto en llamas por Despeñaperros -por ejemplo- y no se salva ningún viajero).

Mujeres que se sientan en el quicio de una puerta para sacarse una piedra de la sandalia (y de pronto en la acera caen pianos de cola, pianistas despeinados y hasta un director de orquesta rumano).

Hombres que mientras esperan turno para comprar preservativos en el mostrador de una farmacia se encuentran con una antigua amante (su acompañante la toma por el talle y ella es joven y rubia y sonríe, taimada, encantada de la vida).

Niños jugando al balón en el extrarradio de una ciudad castellana, para un coche, de él se apea un directivo del Rapid de Viena y habla con uno de los niños. ( Manolín ficha por un equipo de una liga extranjera, al cumplir 18 años se casa con Vanesa María, su novia desde los 14, y jamás vuelve a su pueblo)

Ancianos rebuscando en las papeleras, uno de ellos, Jaime López, encuentra una décimo de lotería premiado (poco después sufre un ataque al corazón por la alegría y ahora agoniza en la sala de urgencias de un hospital cercano)

Un investigador de Cuenca de gira por Crimea pensando que es un transbordador sube por error a un submarino nuclear ruso, al no saber nadar no puede bajarse en marcha, la nave en una travesía enloquecida se pierde debajo del Polo norte y –oh, maravilla- por un agujero en la corteza terrestre -hasta entonces desconocido- aparece en un estanque en Moratalaz ( lo cuenta en un sesudo estudio y lo postulan como candidato al premio Nóbel. Al de Cuenca)

M caminando con la vista fija en el suelo enladrillado - ¿quién lo desenladrillará?- (pasan glups a su lado y ni siquiera los ve).

Se me ocurren muchos más. Otro día, hoy tengo sueños, que espere mi amiga saudí.



Nunc est bibendum, nunc pede libero…ahora, amigos, debemos beber y danzar alegremente, ahora es el tiempo de colmar las mesas de los dioses con los exquisitos manjares de los Sabios. (Oda a sus amigos. Horacio)

(Claro...)

lunes, 26 de mayo de 2014

Mujer con erizos en la cabeza

 “Mi caso es, en resumen, éste: he perdido por completo la capacidad de pensar o de hablar coherentemente sobre ninguna cosa. 

(Carta de Lord Chandos de Hugo von Hofmannsthal)



Esa mujer lleva erizos en la cabeza y un gato debajo de la lengua.

Sabe leer las rayas del alma. Sólo en la oscuridad deja desnudos sus pechos breves, su vientre liso, las nalgas duras, las alas de su sexo.

Ese hombre es apenas un animal que habla.

Tiene delante las palabras, incluso aquellas que desconoce, son tantas que no puede juntar con coherencia más de tres. Tiene una historia, solo una, esa, intenta contarla una y otra vez, sortea el río entre su vida y el lenguaje. Cuando llega al vocabulario oscuro se le queda entre los dientes como fruta madura. Pero no calla, no, allá donde la voz duda recurre al gruñido, al grito, al balbuceo, sonidos que intentan decir.

Las mañanas taciturnas, las barcas rotas, el sol que juega con la niebla, perforación de los días como grutas, serenidad desde la certidumbre, las olas luminosas rompiendo en el acantilado del no saber, distancia, frontera, geografía de sentimientos diferentes, coordenadas de un tiempo y un espacio nuevo...

“Alto, alto, no entiendo nada. ¿Qué quieres decir?” 

No lo sé, me dejo llevar, me muevo entre el alboroto y la albórbola, entre la rutina y el aliento de voces desde el otro lado del Muro.

“¿Cómo tienes el ombligo? “

Enroscado, con grapas sujetando el resto para que no se me desparramen las emociones por las junturas del día a día, coloreado con tintes de permanganato.

“Sigue, sigue.”

Esa mujer vive en un mirador insatisfecho, con macetas de geranios retorcidos, sin selva, quiá, con un paisaje de Almería en la retina selectiva con sus off y on, con limitadores de frecuencia, con una palabra en alemán debajo de un molar.

Ese hombre estuvo ciego, vivía en las sombras, se golpeaba continuamente con las estalactitas excéntricas, allí donde solo llegó un pastor extraviado.
Un día encontró una puerta cerrada, la abrió y detrás estaban los helechos y las golondrinas, el puente Rialto, la lectura del Paralipomenón, lo omitido.

Hasta aquí puedo escribir. Hoy.

“Vale, hasta otro día.”



domingo, 25 de mayo de 2014

Saltos de Innsbruk.



Saltar desde la mitad del puente, justo desde donde nos encontramos un día lejano, perdido en un pasado que se borra. Saltar a las aguas oscuras y revueltas para olvidar la ansiedad, el nerviosismo, el dolor de estómago, la angustia, el miedo, volviéndome en los parques por si me sigue, por si está sentado en la mesa junto a la ventana del Astoria, vivir sin sentir sus ojos en mi nuca.

Tú sabes de qué habla esta voz huidiza.

Saltar al abismo de lo desconocido con los brazos en cruz aunque sé que no voy a volar, que ya nunca más volveré a volar, que no hay vuelta atrás, que será la última vez, la última equivocación. No puedo pasear esquivando los portales, mirando las cornisas, eludiendo los músicos ambulantes de las esquinas, andando por el centro de la calle, apretando con fuerza el celular en el bolsillo de la gabardina para avisarte si viene.

Tú sabes cuánto tiempo llevo así.

Saltar al anochecer para que nadie me vea, para que nadie intente detenerme y terminar el juego, la luz dolorida para no ahogar las palabras, para poner el punto final a una situación que nunca debí consentir, que creció hasta devorarme, hasta romper mi salud, hasta desbaratar la línea recta que pisaba y convertirme en un equilibrista de mi propia integridad.

Sabes que lo haré, escribo para que te sientas culpable.

Ha sido mi decisión.



sábado, 24 de mayo de 2014

Otra vez Tumblr.



http://glup3.tumblr.com/

pueden ustedes visitarme también ahí







 …que la otra tarde vi llover, vi gente correr y no estabas tú, que el que no se arriesga no cruza la mar, que el que se pica ajos come, que lo que puedas hacer hoy no lo dejes para mañana, que Valencia es la tierra de las flores, de la luz y del amor y, ya ves, vi en tus ojos un mundo, quién dice tus ojos dice dentro, siguiendo el hilo de la mirada, sin laberintos, sin tener que dejar migas de pan en el camino de regreso, que hubo un tiempo en el que me quise sentar en varias sillas a la vez, me desesperaba, como en el juego infantil, daba vueltas y vueltas en círculo para estar siempre sentado en una silla diferente, en dos a la vez, en cinco, hasta que me di cuenta que solo tenía un culo no me calmé, que lo vi claro, claro, más vale pájaro en mano que ciento volando, que cuando te das cuenta que el pájaro eres tú mismo todo es más sencillo y pájaro que vuela a la cazuela, que no me lío, no, que a quién a buen árbol se arrima buena sombra le cobija y una ciudad son sus gentes, los que te dedican sus sonrisas sinceras, su voz, un abrazo espontáneo, lo que tienen y pueden, que esa es otra, que de hecho quisiera dedicarte más que esta respuesta embrollada sin embrollo pero, los chicos no lloran y los días siguen hasta que, que me gusta hablar con ella pero me tiraría de cabeza a sus rosales, me comería sus espinas, me maravillaría con sus pétalos, me embriagaría con sus aromas, me adornaría con el viento que mueva sus tallos y aun así, sí, hay quién no entenderá nada, siempre hay gente así, nada, nosotros a lo nuestro…










…los sábados suelen ser días de poco tránsito, que dejas aquí (o allí, o en él, o en ella, o en ello) el alma y como si dejas una alpargata, yo qué sé. Pasan los visitantes y miran para otro lado o no miran o no ven. ¿A que te ocurre también a ti? Pretender ser diferente es muy difícil excepto que seas verde, un suponer, o lleves la cabeza bajo el brazo que algunos no saben qué hacer para llamar la atención. ¡Atención! Y no viene. La complicación viene con el bajón. ¿Seré invisible? (te preguntas). Te miras al espejo y no, esas ojeras son tuyas, y las orejas y el sueño porque anoche, o porque anoche tampoco, o porque no has dormido pensando en, o en nada, que la noche del miércoles me desperté de madrugada y no pensaba, que me preocupé, coñó ¿me habré quedado en blanco?  hacía esfuerzos para concentrarme en algo y nada pasaba por mi cabeza (por dentro digo), un paisaje nevado, algo lunar, el vacío, ¿tendré algún agujero en el cortex y se me han ido por ahí las ideas? Esto he pensado que pensaba pero después, en ese momento no pensaba, cero, ni una idea. Es grave, al menos la idea, es decir la única, la de siempre, la obsesión, eso, pues no, como para no preocuparse. Pero, tranquilidad, me desperté y pensaba, como siempre, no mucho, apenas tres o cuatro cosas, lo de siempre, eso y dos o tres más, comer, dormir, lo elemental y lo sublime, siempre guardo una esquina para lo sublime, el rincón de lo sublime, la trascendencia y esas cosas, lo de después, muerto el burro la cebada por el rabo, por eso ahora, aunque sea sábado, qué importa. A ti, ¿te pasa esto?, ¿qué te pasa a ti, corazón?, ¿te pasa? Un momento, es día de reflexión, me enrosco en mí mismo y que voten ellos, la madre que los parió. Hasta luego…         







Que a veces, no sabe uno demasiado bien la causa, la tarde se cruza al escuchar una canción en una serie de la tele, la apagas mientras te sube un estremecimiento por los brazos, por el pasillo llega una sombra de nostalgia, está muy oscuro a esta hora para ser 24 de mayo, es sábado y la calle está en silencio y la casa y todo, todo se ha quedado  en silencio.

La tristeza se ha sentado en el salón y te mira fijamente. De momento está sentada pero seguro que en nada se levanta y te abraza.

Si lo permites está perdido.  

Es el momento de salir a la calle, donde sea, vamos, ahora mismo.











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