domingo, 6 de septiembre de 2015

La soledad de los números primos es como la mía, tal cual.

“Los números primos sólo son exactamente divisibles por 1 y por sí mismos. Ocupan su sitio en la infinita serie de los números naturales. Son números solitarios, sospechosos, y por eso encantaban a Mattia, que unas veces pensaba que en esa serie figuraban por error. El primer curso de la Universidad había estudiado ciertos números primos más especiales que el resto, y a los que los matemáticos llaman primos gemelos: son parejas de primos sucesivos, o mejor, casi sucesivos ya que entre ellos siempre hay un número que les impide ir realmente unidos, como el 11 y el 13, el 17 y el 19, el 41 y el 43. Mattia pensaba que él y Alice eran eso, dos primos gemelos solos y perdidos, próximos pero nunca juntos. A ella no se lo había dicho. Cuando se imaginaba confiándole cosas así, la fina capa de sudor que cubría sus manos se evaporaba y durante los siguientes diez minutos era incapaz de tocar nada.“ (La soledad de los números primos.-. Paolo Giordano)




Uno.

De Bilbao a Santander, llueve a mares, tengo demasiado trabajo, frío, sueño, hambre. Sigo atado a un bolardo emocional, lo necesito para seguir aquí (y allí) (y allí). Me siento expuesto en el escaparate de una pastelería blog, tarta que entra y sale de este absurdo frío de septiembre, que no se derrita la cobertura del chocolate, que aún no, tocarla con el dedo y chuparla después con los ojos en blanco, dulce golosina, néctar, así. Creo que todo esto ya lo he dicho antes (¿antes de qué?). Esta es literatura de bitácora, circular, inexacta, absurda, sin principio ni final. Hoy no tengo el día, será la lluvia. O el frío.



-Oiga, aquí es verano ¿qué dice?
-Perdone, no hablaba con usted.
-¿Tiene algo contra mí?
-De momento, no.

¿?

-Pues yo le hablo desde el desierto, aquí hace calor.
-¿De qué desierto?
-A usted qué le importa, no ve que soy anónimo.
-Vale, corto y cierro.




Y dos.

Comida. Comerse con los ojos. Dieta. Ayuno. Alimento. La boca. Los ojos. Mirarte. Mirarte. Hablar. Tú. Hablarte. Ayer. La vida como sucesión de días. A es rojo (no, es verde) (no, es azul) (no, es amarillo) (no, no es) (pues vaya). Escucharte. Los silencios. La raya del ojo. Tu vestido. La línea oblicua desde tus pupilas hasta más allá del límite de lo que no se ve. No sé si esto es un intento o solo algo embarullado. Es lo que te escribo ahora. Contento/desconcertado. No sé. Pero ni siquiera sé si quiero saber (sí quiero, sí quiero). Comida. Regalo. Tú. Los ojos. La boca. La boca que come. El silencio. La voz. Las gracias por el regalo de compartir contigo 144 minutos. Un beso (uy, casi esquivamos la mejilla).

2 comments :

Encanta C dijo...

Eres tremendo! Me ha encantado el escrito. Me voy a la cocina a por chocolate. Gracias por tus letras Pedro.
* No te digo que más pasa por mi imaginación. Lastima. Esto de ser primos...

Maribel dijo...

Hola Sr. del flash aquí mis ojos parpadeando a 1000 segundos por hora que le preguntan: ¿la familia bien? (Grrrrrr)

Y así deslumbrada (no solo por los flaseos) comento/(¿interpreto?)/Reflexiono. Vamos que nos vamos. Dejo de hacerte la ola Sr Glup.

1 y 2. Las dos caras de una misma moneda. El uno, primo o entero, que representa la soledad, la negatividad que nos hace verlo todo gris. Uno: brumas, desesperanza. Uno: la realidad. Uno: aislamiento/melancolía. Dos: el par. Dos: el número prodigioso. Dos: seguimos siendo uno, y dispuestos a sumar otro uno que no perturbe/interrumpa nuestro valor unitario. Dos: chispas, brasas. Dos: sale el sol, o nos parece y podemos asegurar que está ahí luciendo fascinándonos, abrigándonos, aunque brille por su ausencia. Dos: La fantasía, la compañía. Dos: ilusión.

Y a veces somos uno y otras somos dos. Y a veces siendo dos no podemos evitar sentirnos uno. En ocasiones afortunadamente y en otras no tanto.

El libro me sobrecogió y mucho. Sin comunicación verbal, mi imaginación fue dibujando a Mattia y Alice. Los dulcificó por la ternura que Pablo logró despertar en mí a través de la historia de los protagonistas. De la película (Giordano fue guionista) me fascinaron los silencios cargados de diálogo, de fuerza, de las miradas entre de Matias y Alice. (¿)Ventajas(?)de la comunicación audiovisual. Y curiosamente a pesar del título, me quedó la certeza de que ni Matías, ni Alice estuvieron, ni se sintieron nunca solos, sabían que se tenían el uno al otro. Siempre y en las circunstancias que fuesen, sin distancias. Cómplices. Tan distintos y a la vez tan iguales. Una fotógrafa+Un superdotado. Uno+uno=dos=Uno. Nada más y nada menos.

Y para desengrasar un poco, aquí va una canción de la banda sonora de la película. Sir you can boogie?

https://www.youtube.com/watch?v=KGuFn0RPgaE

Sigo con la ola y añado dos reverencias y una genuflexión, Sr. Glup.

PD: Para cualquier reclamación dirigirse al Sr del sombrero con cámara que me nubló la vista/neurona ;-)

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