jueves, 31 de marzo de 2016

Tardío

El estilo tardío, creador, aun, no repetitivo, no senil, abierto, no recluido, no exiliado en el recuerdo de toda una vida, fecundo, aun, libre de obligaciones formales, de la propia obra anterior, contradictorio a veces, desasosegado, con esfuerzo, aun, apasionante, sin/con anacronismos, lleno/vacío de anomalías, dentro de una estructura estética, o rompiéndola, pirueta, con memoria, tachando lo anterior, o reafirmándolo, otro estilo, consciente del presente, reconciliándose con el pasado, o rompiéndolo, haciéndolo saltar por los aires, dinamitando lo que fue, dejando constancia de lo que es, aun, el estilo tardío.




miércoles, 30 de marzo de 2016

Conversaciones 1


 -¿Nunca habías visto una mujer desnuda?

-Nunca, antes he visto mujeres sin ropa, el breve tiempo de entrar a la habitación, en una penumbra absurda. Además siempre voy medio borracho. No es contemplación lo que busco.

-Te conozco, esta te ha marcado, no dejas de pensar en ella.

-No digas tonterías, vamos a tomar otra copa.

-Como quieras.

(Su piel es de marfil, de porcelana, es blanca, de la substancia de la que están hechos los dioses. Flota sobre las sabanas, sin peso, es perfecta. Ríe y me llena de luz, me abraza y el mundo se detiene.)

-Tenemos que volver al hotel, mañana salimos temprano.

-Vete tú, me tomo otra y voy.

(Me mira y siento que ve todos mis pecados, que me absuelve, con un dedo hace cruces en mi frente y olvido quién soy, qué hago en el mundo, oculta mis abismos.)

Etc, etc.


martes, 29 de marzo de 2016

Dédée


Dédée me ha llamado por la tarde diciéndome que Johnny no estaba bien, y he ido en seguida al hotel. Desde hace unos días Johnny y Dédée viven en un hotel de la rue Lagrange, en una pieza del cuarto piso. Me ha bastado ver la puerta de la pieza para darme cuenta de que Johnny está en la peor de las miserias; la ventana da a un patio casi negro, y a la una de la tarde hay que tener la luz encendida si se quiere leer el diario o verse la cara.

No hace frío, pero he encontrado a Johnny envuelto en una frazada, encajado en un roñoso sillón que larga por todos lados pedazos de estopa amarillenta. Dédée está envejecida, y el vestido rojo le queda muy mal; es un vestido para el trabajo, para las luces de la escena; en esa pieza del hotel se convierte en una especie de coágulo repugnante.

–El compañero Bruno es fiel como el mal aliento –ha dicho Johnny a manera de saludo, remontando las rodillas hasta apoyar en ellas el mentón. Dédée me ha alcanzado una silla y yo he sacado un paquete de Gauloises. Traía un frasco de ron en el bolsillo, pero no he querido mostrarlo hasta hacerme una idea de lo que pasa. Creo que lo más irritante era la lamparilla con su ojo arrancado colgando del hilo sucio de moscas. Después de mirarla una o dos veces, y ponerme la mano como pantalla, le he preguntado a Dédée si no podíamos apagar la lamparilla y arreglarnos con la luz de la ventana. Johnny seguía mis palabras y mis gestos con una gran atención distraída, como un gato que mira fijo pero que se ve que está por completo en otra cosa; que es otra cosa. Por fin Dédée se ha levantado y ha apagado la luz. En lo que quedaba, una mezcla de gris y negro, nos hemos reconocido mejor. Johnny ha sacado una de sus largas manos flacas de debajo de la frazada, y yo he sentido la fláccida tibieza de su piel. Entonces Dédée ha dicho que iba a preparar unos nescafés. Me ha alegrado saber que por lo menos tienen una lata de nescafé. Siempre que una persona tiene una lata de nescafé me doy cuenta de que no está en la última miseria; todavía puede resistir un poco.

–Hace rato que no nos veíamos –le he dicho a Johnny–. Un mes por lo menos.
–Tú no haces más que contar el tiempo –me ha contestado de mal humor–. El primero, el dos, el tres, el veintiuno. A todo le pones un número, tú. Y ésta es igual. ¿Sabes por qué está furiosa? Porque he perdido el saxo. Tiene razón, después de todo.
–¿Pero cómo has podido perderlo? –le he preguntado, sabiendo en el mismo momento que era justamente lo que no se le puede preguntar a Johnny.
–En el metro –ha dicho Johnny–. Para mayor seguridad lo había puesto debajo del asiento. Era magnífico viajar sabiendo que lo tenía debajo de las piernas, bien seguro.
–Se dio cuenta cuando estaba subiendo la escalera del hotel –ha dicho Dédée, con la voz un poco ronca–. Y yo tuve que salir como una loca a avisar a los del metro, a la policía.

Por el silencio siguiente me he dado cuenta de que ha sido tiempo perdido. Pero Johnny ha empezado a reírse como hace él, con una risa más atrás de los dientes y de los labios.

Julio Cortázar



Estas son las primeras líneas de 'El perseguidor', un cuento de Cortázar que me gusta especialmente.

Aunque de Cortázar me gusta casi todo.

Tuve un momento Cortázar.

También un momento Beatles, Moebius, Valente, Pavarotti, Taylor, Fellini, Corben, Lorca, Dylan Thomas, Bach, Gamoneda, Kandisnky y tantos y tantos.
Añoro esos momentos.

Temo haberme convertido en un descreído, desilusionado, haberme quedado sin capacidad de sorpresa, de entusiasmo.

Es tal la abundancia de artistas, escritores, cantantes, músicos, poetas, pintores, escultores, museos, obras de arte, manuscritos encontrados debajo de piedras encontradas que no sabe uno por dónde empezar.

¿Has visto a?¿Has leído a?¿Has escuchado a?¿Conoces a?¿Has ido a? Que no, que no se puede, que es imposible, que no hay quién controle tanto arte, tantos “artistas” que descubren artistas, que venden “arte” como arte y quizás es arte pero, arte con precio, arte como mercancía, arte con cifra, arte sin parte, arte artero bajo el parterre que reparte euros, dólares, money al X por ciento, comisión, gurús que marcan opinión, tendencia, intelectuales con precio, alquimistas del gusto, esculturas contra más grandes mejor, escultores cuanto más caros mejor, Serra, museos de diseño, Guggenheim en cada barrio, ponga un Guggenheim en su vida, coñoesolopintoyo, desbarro, cuadros blancos, cuadros negros, facturación, flautistas con un oso que baila ¿es arte?, ciervos perseguidos por perros ¿es arte?, llegar a fin de mes ¿es arte?, ¿es milagro?, revistas de arte, anuncios artísticos, cocineros artistas, artesanos del gusto, el gusto es mío, el que más cape, capador, de Capadocia, arte cibernético, del aire, modistos, perfumeros, torneros, camareros, salvavidas, asaltatrenes, bandoleros, pilotos de helicóptero, controladores aéreos, blogueros, escritores corta y pega, perezosos, trabajadores del porno, descuideros, volatineros, proxenetas, soplapollas variados, aquí todo dios es artista, de la pista, señoras y señores queda abierta la veda del artista, el que quiera que se apunte.

Feliz día.


lunes, 28 de marzo de 2016

Carta al Norte.




E, no (te) escribo no por nada, no, ocurre que no sé qué decirte, qué contarte, qué inventar, ocurre que mirando a los estorninos (qué espectáculo) se me ha ido el santo al cielo y me he quedado aquí abajo huérfano de palabras, sin ideas y lo que  es peor, sin impulso, sin ese hala vamos que a veces permite que empieces y después todo sale solo, E, E, E, resulta que estamos vivos y yo al menos, me he refugiado en el ombligo y me miro de forma circular, quién era, quién fui un tiempo, quién soy y a veces me confundo hasta que me entra el cansancio por las piernas y soy capaz de mirar una biblioteca sin ver los libros, me refiero a uno a uno, me refiero al poema XXI del libro cuarto por la izquierda de la segunda balda, no recuerdo quién lo escribió, a veces se me olvida leer, a veces se me olvida quién eres tú y no te contesto porque aunque tú escribes tan bien, con esa letra redonda y ágil y dices lo que dices, lo que te duele, lo que sientes, lo que vistes de verde y me lo mandas para aquí sin saber si mi estrabismo emocional será capaz de leer todo junto o si tu horizontal se convierte en mi vertical e incluso siento que me agarras de la solapa y no me abofeteas porque estamos lejos y me he vuelto indolente, perezoso pero a propósito, E, no creas, que escribirte es pensarte y debo decirte que un día bajé a mis sótanos y liberé a los fantasmas, después me tragué la llave, que me lo dijeron los médicos cuando lo de las úlceras en el estómago, “tiene usted una llave ahí” y sí, “la cornada es fuerte. Tiene al menos dos trayectorias. Una para allá y otra para acá. Abra todo lo que tenga que abrir y lo demás está en sus manos” que te digo, solo para tus ojos y luego me pregunto ¿quién eres?, y sobre todo ¿de dónde salen estos correos del aire?, o ¿nos necesitamos?, hasta que se me acumulan las preguntas y me agobio y digo ¿ahora qué digo? y no digo y me quedo como un animal que inverna, así, encogido sobre mí mismo, esperando no sé qué primavera que a estas alturas vaya usted a saber si vendrá o se ha quedado prendida en las ramas de un olivo, va, E, tres envido a pares, ¿se juega al mus en el norte?, fui campeón de mi barrio pero estoy retirado del azar, solo intento un impar pasa rojo a veces y, como cuando voto, siempre pierdo ¿viste? pero todo esto no es el tema, el tema es quienes somos tú y yo y qué sentido tiene una carta sin sello y qué porvenir tiene un hablar detrás de la tapia, uno a cada lado, claro, hablando claro, E, que la última vez que me levantaron la mano me rompieron el alma y no está uno para trotes, que camino mucho pero piano, camino por calles que no y veo, escucho música, me entero del que va y del que viene y para contártelo deberías estar interesada pero ya se me ha ido el santo al cielo y creo que viene una estampida de bisontes y apenas me quedan balas ¿ves? se me va la onda y puede ser que esta sea otra petición a doña Elena porque, cariño, no puede uno estar en tantos sitios a la vez y se me acumulan las obligaciones y esto ha sido pura devoción de este bilbaíno mudo que sigue preocupado por tu salud aunque parece que vas poco a poco y no sabes lo que me alegro y que este beso lleno de deseos de que tu integración al 100% sea rápida, inmediata. Va por ti, E.


sábado, 26 de marzo de 2016

Siempre sí.



Vamos a ver,  cómo lo hago para que no parezca qué, aunque ya puedes dar volatines que si a alguien le parece  No será  No aunque todo haga indicar que es un Sí absoluto.

Sí.

Era un barrio extremo, periferia, gente trabajadora, normal que se dice, no sé si lo normal era trabajar, yo no trabajaba, no por mi decisión, me habían despedido de una empresa después de quince años en su plantilla. Salía por las mañanas a buscar un empleo, en lo que conocía, en lo que había trabajado, ingenuo, es difícil pasar del nueve al tres, al dos, es difícil mirar las facturas que llegan y el dinero que no entra por la ventana. Es decir, que las pasas putas.
Aun así conservaba la manera de andar, de llevar la cabeza levantada, de mirar de frente, de subir las escaleras corriendo, de tener cuidado en las esquinas de los callejones, de saludar al tendero y a la frutera, de comprar el pan por las mañanas, de escuchar a Bach, leer a Cortázar, acostumbrarse, qué remedio.       

Pero el tiempo pasaba y no, los números estaban entre el rojo y el índigo, barría la esperanza en aquel barrio de gente normal que me miraba raro, que me hacía sentir diferente.
Por eso empecé a mimetizarme, progresivamente, con una gabardina que jamás me hubiese puesto antes (antes era hace tanto),  que empezaba a no reconocerme con aquellos jersey azules, anodinos, pantalones grises sin raya, uno más, otro, el del cuarto del portal doce, con la mirada entre desafiante y vencida, en equilibrio entre el recuerdo y el gris. No, no me compré una boina.    

Qué tiempos, duros.

Entonces llegó la riada, se llevó todo y supe que después de lo malo llega lo peor.
Ya no sé si estoy en el Sí o en el No ese que dicen pero aprendí a nadar, visto como me da la gana, incluso me desvisto con rapidez, subo las escaleras corriendo aunque jadeando, puedo detenerme a sentir la brisa, ahora leo de todo, escucho el roce de las estrellas y me olvidé en un banco del parque el catalejo con el que observaba el cambio de las mareas.

Sí, siempre sí.


viernes, 25 de marzo de 2016

Azar Nafisi



Azar Nafisi (en persa: آذر نفیسی), 1 de diciembre de 1955born 1955), es académica iraní y autora de éxito; residente en Estados Unidos desde 1997, año en que emigró de Irán. Es especialista en literatura en lengua inglesa. Su libro Reading Lolita in Tehran: A Memoir in Books, publicado en 2003, fue traducido a 32 lenguas y estuvo 117 semanas en la lista de bestsellers del New York Times (New York Times Bestseller list) y obtuvo numerosos premios literarios, entre ellos el Non-fiction Book of the Year Award (2004) de Book Sense, y el europeo Persian Golden Lioness Award de literatura. En 2008 publicó una autobiografía, Things I've been silent about: memories of a prodigal daughter, en torno al impacto que han tenido sobre toda su vida las relaciones con sus padres (una madre fría y malhumorada, un padre cariñoso y amigable) y las décadas de agitación política en Irán, incluida la encarcelación del padre durante el reinado del Sha bajo falsas acusaciones de irregularidades financieras. (Wikipedia)


Por Encarna Herráiz
Azar Nafisi, nacida en Teherán en 1955 en el seno de una familia culta, de clase alta y muy involucrada con la política del país, tendría la oportunidad de educarse en Suiza, Reino Unido y Estados Unidos. De regreso a Irán a principios de los años ochenta, ya casada, se incorporaría a la universidad de Teherán como profesora de literatura inglesa. Mujer liberal,  competente, valorada positivamente por sus compañeros y alumnos, tendría que vérselas con los censores de la República Islámica y con alumnos afines a la política de Jomeini siempre críticos a sus métodos de enseñanza y puntos de vista sobre los clásicos de la literatura inglesa.
Azar Nafisi hará la siguiente  reflexión: “lo que buscamos en la ficción no es la realidad, sino la manifestación de la verdad”. Por eso,  algunode sus alumnos más extremistas nunca serían capaces de entender la belleza que encierran las imágenes que sólo vistas superficialmente,  y con un punto de mira sumamente estrecho,  podrían calificarse de inmorales. Solo quienes son capaces de exaltar la literatura como vía de libertad podrán lograr que las piedras corrientes de la vida cotidiana se transformen en joyas gracias al ojo mágico de la ficción.
La pesadilla de vivir en una atmósfera de miedo constante,  en un país donde todos los gestos, incluso los más privados, se interpretaban en clave política, donde banalidad y brutalidad coexisten en estrecha relación, y cansada de las constantes presiones a las que se ve sometida, Nafisi decide dimitir y dejar la universidad durante el otoño de 1995. Es entonces cuando pone en funcionamiento un proyecto que venía albergando desde hacía tiempo: iniciará un seminario clandestino de literatura inglesa en su casa los jueves por la mañana al que asistirán siete de sus alumnas más brillantes. Entre otros, serán Vladimir Nabokov, Scott Fitzgerald, Henry James y Jane Austen, autores prohibidos y censurados en Irán, objeto de estudio para las jóvenes. El fino análisis que Azar Nafisi realiza de esas obras  hace de su libro una lectura imprescindible. Más allá de lo erótico, lo trágico, lo romántico o lo desesperado de cada historia, busca el significado de la anulación en la personalidad de unos personajes o la perversidad en la actuación de otros. Es el análisis crítico lo que interesa, más flexible, más literario, entrando en el fondo, en la verdadera intención del autor. El lector podrá disfrutar de la brillantez de Nafisi en este terreno. Será capaz de trasladarse con la imaginación hasta una de  las aulas de la universidad de Teherán  y disfrutar escuchando alguna de las clases magistrales de la autora. El carácter ambiguo de las novelas llevará al lector a posicionarse.
La trama de las obras analizadas y las vidas de esas mujeres se irán desarrollando de forma paralela, y da pie a Nafisi a mostrar un cuadro del Teherán de esos largos años de guerra, represión, y sucesión de situaciones absurdas donde el papel de la mujer era apenas relevante. Los libros serán entonces un auténtico refugio frente a la catástrofe.

Aicha Bassry




Nadie me ha deseado
–con urgencia–  como lo hizo la muerte.
He vivido muchas vidas en mis metáforas.
Así es como he extendido mi vida
Y forjado para mí una pequeña eternidad.

Restauración

¿Por qué me ubicaste en la nada?
Ten un poco de femineidad
para volver a mí misma
cuando sea tuya.

***

Pregunta

Le preguntó:
¿Aún queda algo
seductor en mi jardín?
Sobre el perchero
colgó su pregunta,
y se marchó.

***

Silencio

Tu silencio
me atormenta.
Habladora soy
y mis gestos
me divulgan.

(Versiones de Abdellatif Zenan)



BASSRY, Aicha (1960-)

Nace en Settat en 1960, se licencia en Letras y Lengua árabe en la Universidad
de Mohamed V de Rabat. Trabaja como profesora de lengua árabe en Casablanca. Es miembro de la Casa de la Poesía de Casablanca y pertenece a la Unión de Escritores de Marruecos. Ha publicado artículos sobre artes plásticas en Marruecos, así como poemas en diferentes periódicos nacionales e internacionales. Algunos de sus poemas han sido traducidos al castellano, (Ediciones Alfar), catalán, turco, italiano y francés. Ha participado en varios festivales de poesía en Marruecos (Festival de la Poesía Mediterránea, 2001), en España, (Semana de la Poesía de Barcelona, 2002, Palma de Mallorca, 2004), en Egipto (Escritura y Mujer , 2002; Salón Internacional del Libro 2005), en Francia (Festival de Poesía, Tombent, 2005) y Jordania (Festival la Cultura y de las Artes, Jerash, 2005). Sobre su estilo dice el crítico y poeta Abdellatif Laabi en una crítica a su primer poemario: "No oculta (Aicha Bassry) lo que la moviliza antes que nada: el continente inexplorado de su amor, la guerra declarada o larvada de los sexos, la dignidad que las mujeres han de conquistar. Lo hace a la manera de una sutil batiente y no vacila en colocar trampas en una u otra protagonista de los juegos peligrosos de la posesión, convocándolas también a romper el capullo de su identidad para liberar la crisálida de una nueva relación humana". Tiene algún poema traducido al español.

Fuente: LAABI, Abdellatif La poesía marroquí: de la independencia a nuestros días.



jueves, 24 de marzo de 2016

Un blog es apenas una huida



Vacaciones, muchos se van y este barco cruza la bahía, la espuma nos refresca el rostro. Navegamos en la ficción, nada es lo que parece. O sí. Marie es amiga de Parker, ambos son producto de mi imaginación. Mis hijos me reprochan que escriba sobre ficciones tan reales, me piden que me dedique al surrealismo, que divague, que escriba fábulas con animales que hablan y esos toboganes con palabras que se deslizan y entrecruzan. Mi santa no me lee. Mi tía María Luisa piensa que internet es un dragón con siete cabezas que escupen fuego. Iñaki añora los comentarios de antes. V me lee cuando consigue conectarse. I está en la playa. A M le gusta todo lo que dejo aquí. La Pili lee encima y debajo de las palabras, las frota y da lustre. G no tiene tiempo. R sabe y dice y dice bien. P compara y complementa. A una cordobesa le gusta la música del blog. Julio está desaparecido en combate. Manuel bastante tiene con lo suyo. Desde Almería elogian las fotografías. M viene a veces y deja flores en los cruces de caminos. Puedo seguir desgranando nombres hasta mañana, inventarlos, pero muchos se van de vacaciones y mi imaginación se resiente. Nadamos en ríos paralelos con brazadas majestuosas, ha llegado la primavera, el domingo cambiamos la hora, termina marzo (¿ya? parece mentira) y comienza la desbandada, nada es lo que parece y un blog es apenas una huida. Ven, aquí seguimos. 



miércoles, 23 de marzo de 2016

Llamada 3


(Nina Leen)


El dios del desamor entre jazmines, derrotado, irracional voluntad de levantar la enjalbegada puerta que abre el cielo, búsqueda dispersa con poemas, dilema de ir y venir antes que la noche confunda los caminos, los haga morir en bosques, los cubra la arena, viento norte que contamina, inclemente, paseos junto a la orilla mientras los peces con escamas amarillas mueren y resucitan, la voluntad a sus pies, junto a su ropa, cigarras sangrando en el estío, Venecia tan lejos, Florencia inclemente, de pie en el quicio, escasa luz, dilema, inmaculados gladiolos sobre la cama, y ella, nocturna en el día, asolada por ojos, miradas, los otros, preguntando, el mundo en la pregunta ¿me recuerdas?

–Tengo que colgar, creo que él viene.
–Hasta otro día.






Traducción: estuve impresionado por una llamada y quise plasmarlo con palabras colgadas de un alambre. No terminé de conseguir el tono que  quería, no encontraba el color exacto, me perdí en divagaciones, no entré en la profundidad que merecía. Quizás la propia grandeza de la llamada invalida cualquier intento. Y el miedo. En cualquier caso,  continúo intentándolo. Menudo soy. 

martes, 22 de marzo de 2016

Llamada 2.


(Aleksandr Rodchenko, At the Telephone, 1928)


Historia que sale de la historia, una noche de lluvia, música reclinándose en divanes no terapéuticos, excursiones por la ladera de un monte con fielatos y lecheras bajando su mercancía a la ciudad, desconocimiento de la palabra exacta, emblemas en la chaqueta, geranios en el balcón, una señal, el ajedrez como pretexto, posters en la pared, confidencias en el asiento trasero de un coche africano, el sexo como utopía envuelta en seda, cortinas ocultando el paisaje, cristales negros, una niña con una camisa de hombre, abrazos en la oscuridad de la cueva, calor en las mejillas, sudor, presentimiento del dolor, cuerpos restregándose con pasión descompensada, profecía, semilla, nadie sabe, nadie lo sabía entonces.

–Aún me recuerdas.
–Claro, nunca te he olvidado.

lunes, 21 de marzo de 2016

Llamada 1


(Gordon Parks, Mary Ellen talking with her legs, 1952)



–Buenas tardes.
–Sí, hola.

Una voz apenas musitada entre panes de oro del cerebro, ordenada en la memoria, dulzura adormecida en años de silencio, tesoro oculto en pirámides mayas, en edificios de piedra blanca, con celosos guardianes velando la nostalgia de jaguares inmóviles, de serpientes emplumadas, piel estremecida detrás de una frontera de susurro de monjas con afilados cuchillos cercenando la pureza, palabras calcificadas en un rincón de los pulmones, vírgenes a lomos de burros que cruzan desiertos, esa voz.

–Perdone, creo que me he equivocado.
–No, no te has equivocado.

domingo, 20 de marzo de 2016

Sophie Bessis


Sophie Bessis 

Nacida en 1947 en Túnez, es una historiadora y periodista franco-tunecina.
Secretaria general adjunta de la Federación Internacional de los Derechos del Hombre (FIDH).
Catedrática de Historia, profesora de Ciencias Políticas en la Sorbona y en el Instituto Nacional de las Lenguas y Civilizaciones Orientales (INALCO), especialista en las relaciones norte-sur, la geopolítica del tercer mundo y las cuestiones africanas.
Es investigadora asociada al Instituto de Relaciones Internacionales y Estratégicas (IRIS, París).




Nawal al-Sa'daw



Nawal al-Sa'dawi, (en árabe: نوال السعداوي, Nawāl as-Saʿdāwī) (Kafr Tahl, Egipto, 1931) es una escritora, médica y feminista egipcia.








Fátima Mernissi

Fátima Mernissi en árabe, فاطمة مرنيسي  falleció  en Rabat, el 30 de noviembre de 2015. 








sábado, 19 de marzo de 2016

Maram al-Masri



*Soy la ladrona de los caramelos,
ante tu tienda
mis dedos se quedaron pegados,
y no conseguí
llevarme ninguno a
la boca.
*
Qué estupidez
al mínimo roce,
mi corazón se abre.
*
Golpes en la puerta.
¿Quién es?
Escondo el polvo de mi soledad
bajo la alfombra,
compongo mi sonrisa,
y abro.
*
Entran en nuestra vida
como arroyuelos;
y de repente
nos ahogamos en ellos,
y ya no sabemos
quién nos dio
el agua o la sal,
ni quién
dejó en nosotros
esta amargura.
*
Ella me abre
sus amplias puertas.
Me llama
y me empuja a abalanzarme,
libre,
hacia su espacio,
y como un pájaro
ante la puerta abierta de su jaula
no me atrevo.
*
Arden en llamas los árboles
al tocarlos
con mis dedos.
*
La anudo
entre la mandíbula y el paladar
con un pañuelo blanco
que aprieto en mi nuca,
como a los muertos
como a los prisioneros
para que, la palabra,
no estalle.
*
Esperaré
a que duerman los niños,
para dejar
que el cadáver
de mi fracaso
flote en la superficie.
*
Como me pediste
lavé los platos
fregué el suelo
limpié los cristales
planché las camisas
y leí a Dostoievski.

El malicioso tiempo que
normalmente vuela estando contigo
tic tac
tic tac
comenzó a caminar
*
Mi alegría y yo
esperamos
el aleteo de tus pasos.
*
Maté a mi padre
aquella noche
o aquel día
ya no lo sé,
huyendo con una sola maleta
que llené de sueños sin memoria,
y una fotografía
mía con él
de cuando era pequeña
y me llevaba en brazos.

Enterré a mi padre
en una hermosa caracola
en un profundo océano,
pero me encontró
escondida bajo la cama
temblando de miedo
y de soledad.
*

Maram al-Masri  ( Latakia , Siria 2 agosto 1962 ) es una poeta y escritora siria

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